¿Qué podría contaros hoy? Generalmente no salgo mucho de mi pisito pero cuando salgo hay que verme, soy todo un peligro, hace poco, sin ir muy lejos, fui con un amigo a una fiesta de cumpleaños y la verdad creo que fue muy acertado que me fuese a mitad de la fiesta pues o por el alcohol o por la euforia me pasé. Creo que el más avergonzado en aquel momento fue Paul pues algunos eran amigos que a penas me conocian y quizás se llevaron una idea equivocada de mí pues seguramente Paul les dijese demasiadas cosas buenas de mí.
Ahora, pensando friamente lo que dije, sí, yo también me averguenzo. El tiempo que estube fue aburridillo, vinieron pocos invitados pero Paul me dijo que más tarde vendrían todos los demás. ¡Veinte invitados! Yo suelo tener menos. Recuerdo que quien cumplía años era la mujer de Paul con que le regale lo tipico, un traje de premama pues estando embarazada me pareció buena idea. Ella se emocionó, me abrazó y lloriqueo un poquito.
Más tarde a alguien se le ocurrió jugar a un juego bastante interesante y en mi caso peligroso. Consistía en que la persona que cogiese la carta con el número más alto ponía a prueba a la persona con la carta con el número más bajo y después de tres intentos me tocó a mí desafiar, lo cuál fue un gran error y una putada por parte del destino... Cuando llegué a mi piso aún quería más marcha con que llamé al más marchoso de mis amigos, a Peter, que me invito a una fiesta brutal en su casa.
Más alcohol, mucha más gente, música a tope y buff más juegos peligrosos, pero esa vez sí estaba permitido desmadrarse con quien fuese, conocido o no. Serían las dos cuando empece a sentir nauseas. Estaba dispuesto a irme a mi piso cuando el destino volvió a joderme. Era una chavala que no dejaba de mirarme, tan borracha que no tuvo verguenza ni miedo al decirme:
-¡Tío follame como escribes en tus libros!
-¡Tío follame como escribes en tus libros!
Pensé que si hubiese sido un chaval lo habría hecho sin pensarlo. Estaba mareado y cansado pero ella insistió y puesto que tenía un look androgino le dí el gusto. Creo que a la mañana siguiente se me ocurrió una canción genial con respecto a ese suceso. Nos fuimos al cuarto de Peter, ir al cuarto de sus padres estaba prohibido. Allí, le dí lo que quería, lo que ningún chaval de su edad le podría dar: un orgasmo. Fui metiéndole un dedo, luego otro dedo, poco a poco. Ella se derretía de placer. Fue fácil pues su imen no estaba muy cerrado, vamos que no era virgen. Los chicos de ahora son muy precoces, en todo. Al encontrarme a Peter lavandome las manos en el servicio me soltó:
-¿Tu no te ibas?
-Tenía un trabajillo por hacer -le dije guiñándole un ojo.
-¡Qué habrás hecho! -dijo él riendose a carcajadas pillando el mensaje.
Acto seguido fue a su cuarto y ahí estaba ella, la chavala medio en bolas con una firma mía en un cachete del culo. Desperté a la mañana siguiente con un resacón del copón y con un número de telefono escrito en la mano. Al final no estubo nada mal la noche y mira a la chavala la nombro cada vez que canto. Andros, asi llamé la canción.
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