martes, agosto 11, 2009

domingo, agosto 09, 2009

Demencia transitoria

A la media noche escudriñaba la programación nocturna de películas desterradas en la televisión. Pasaba el centenar de canales una y otra vez, su mano sostenía el control remoto y su dedo tocaba el botón ininterrumpiamente de manera automática. Apagaba el aparato, volvía a encenderlo, lo apagaba de nuevo y se retorcía entre sábanas tibias y arrugadas.

De momentos se quedaba observando el relog de grandes números rojos y brillantes, los segundos pasaban rápido, pasaban lento, no pasaban, el tiempo se congelaba y una brisa fría agitaba las cortinas de las ventanas dejando pasar luz de los faroles de la calle.

Encendía la luz de la habitación y revisaba los cajones de los muebles, revolvía su ropa, sus diarios, sus peines, una cajón tras otro. Parecía buscar algo que no se había perdido, parecía que esperaba encontrar un tesoro entre el clóset y entre sus zapatos. Era la 1 de lamadrugada y ordenaba el desastre que dejó detrás de una momentánea desesperación. Doblaba sus piyamas, sus camisas, lenta y cuidadosamente, tal vez esperando si de una manera más calmada apareciera su somnolencia escapada. Y luego, aburrimiento.

Abría la puerta de su habitación y sólo veía las sombras, oscuridad, el viento moviéndose al fondo de las penumbras, no existía ni siquiera un sólo espíritu encantado que acompañara su inútil vigilia. A las 2 y media de la mañana, bajó las escaleras y bebió un poco de agua; virtió nuevamente líquido hasta el borde del vaso y se lo llevó con ella escaleras arriba, otra vez a su habitación.

Abrió las cortinas y entrecerró los ojos por la luz artifical que invadía su espacio, colocó el vaso en la mesa de noche y se recostó sobre su costado en la cama revuelta. A las 3 y cuarto veía los rayos de la luz de la calle pasar por el vaso transparente, y entre el agua veía elreflejo de brillos hacia una pared desnuda. Era hermoso.

A las cuatro se sentó frente a una ventana, esperando que su cama se enfriara y que dejara de ser tan famliar, veía las nubes pasar y las luces apagadas del resto de las ventanas. Comenzó a llorar y a taparse la cara, sus lágrimas corrían por su rostro como si extrañara a alguien que nunca había existido; faltaban veinte minutos para las cinco.

Encendió las luces de su habitación, se agitaron un par de cigarras entre la lámpara haciendo sombras inquietas alrededor del cuarto. Tomó unfrasco púrpura de esmalte y se pintó las uñas cuidadosamente, se sentó en su cama abrazándose la piernas y comenzó a cantar en voz baja mientras tenía los ojos cerrados; eran las 5 y 10 minutos de la mañana.

Encendió unas velas en una esquina solitaria y fría, mientras veía el día amanecer. Unas nubes blancas surgieron de un horizonte rojo en compás con el canto de un pájaro lejano. A las 6 de la mañana se tendió sobre su espalda en su cama y observó cómo el techo comenzaba a iluminarse.
Un olor ahumado y tostado afectó su olfato y revolvió su estómago, se sentó a un lado de la cama inclinándose hacia sus rodillas, envolvió su estómago con sus brazos y cerró con fuerza sus ojos. Eran las 7 y 20 cuando sintió la cerámica del piso calentarse bajo sus pies.

Cerró las cortinas y de envolvió entre varias sábanas, se sumergió en el colchón marcado y perdió su rostro entre almohadas. No podía mantener sus párpados cerrados durante mucho tiempo; abría sus ojosy miraba algo fíjamente, luego los volvía a cerrar.

A las 8 y 30 alguien abrío la puerta de su habitación lentamente, esperó unos segundos y la cerró de nuevo. Se sintió alegre por un momento de que alguien se preocupara y revisara ocasionalmente que no estubiera muerta.

A las 10 volvieron a abrir y cerrar su puerta. Ella estaba muy cansada para ver quién era, un vapor denso recorría por debajo de sus sábanas. Con el cabello pegado a su cara y cuello se acostó sobre su espalda, sintió la garganta reseca y las manos entumecidas. Trató de levantarse pero estaba mareada.

Al mediodía decidió consumirse entre esos metros de tela y algodón que la conocían tanto. Tal vez sólo esperaba que alguien se atreviera a atravesar su puerta y sacarla de la cama.