lunes, julio 11, 2011

FanFic CCS - xxxHOLIC

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Jo he encontrado unos cuantos FanFics buenísimos relacionados con personajes de CLAMP que me han encantado y que, al igual que pasan con los de Slayers, me han inspirado y animado a escribir los míos propios ^^ Pero nada de copias o plagios eh, que cada persona puede tener una concepción bien distinta de los mismos personajes ^^ De Yuuko y Clow no sé mucho pero con lo que sé y he leido, espero que os gusten sus encuentros y desencuentros ^^

Yue, el guardian creado a partir del poder de la luna, no apartaba sus azules y frios ojos de la mujer que tán tranquilamente paseaba junto a su amo. Kerberus, el otro guardian, creado con ayuda del poder solar, se encontraba sentado a su lado. La mirada que dirigía tanto a su amo como a la extraña mujer de negro en cambio no parecía tán distante y desconfiada como la de su compañero, todo lo contrario, le alegraba comprobar que su amo todavía poseía amistades.-¿A qué demonios habrá venido esa mujer esta vez? -Dijó el guardian cuya apariencia recordaba a la de un hermoso angel plateado. En su voz se aprecía fastidio.


-Sea lo que sea, al amo Clow le ha encantado. -Observó el guardian con aspecto de fiero león alado. Su observación fastidió aún más a Yue, que resoplando, optó por alejarse del rincón en el que se encontraban para vigilar a la mujer desde un punto más cercano.


Clow, creador y amo de ambas magnificas criaturas, no podía dejar de sonreir. La inesperada aparición de Yuuko Ichihara había llenado su aburrida mañana de entretenimiento. Clow era un hombre particular, al contrario que a la mayoria, le encantaban los acontecimientos imprevistos. Yuuko no era de esas damas que acudían a él por el mero hecho de pasar un ratito amistoso con él, si se había tomado la molestia de verle no sería por gusto. Las flores de cerezo, tán pequeñas y rosadas de la mayoria de arboles que disponía su amplio jardín caían suavemente sobre ellos al pasar cerca. Creando una agradable atmósfera.


-Qué hermosa. -Diría el mago interrumpiendo a la preocupada Yuuko, la cúal mientras paseaban le explicaba las dificultades que estaba teniendo en la tienda que Clow había preparado para ella. Ella le miraría entre perpleja y enojada.


-¡¿Se puede saber a qué viene eso de repente?! -Le preguntó, voz en grito, clavandole sus furiosos y hermosos ojos almendrados. -¡¿O esque no te importa lo que pueda pasarle a tu tienda?!


-Sin lugar a dudas, la flor del cerezo es la flor más hermosa que existe. -Fue la respuesta de Clow, el cúal parecía seguir inmerso en sus propios pensamientos. Yuuko se pusó de peor humor.


-¿¡Vengo a comunicarte que puedes perder tu tienda y te pones a hablar de flores!? ¡Dios, no sé ni porque me intereso tanto en la dichosa tienda! -Gritaría exigiendo a Clow tomar parte en el problema. Un problema al que no sólo ella debía hacer frente. Su hogar y principal fuente de trabajo hasta el momento estaba a nombre de Clow Reed sin embargo él la dejó al cargo cuando decidió dejarla con tán sólo una breve y enigmatica nota a modo de despedida. El mago, sin apenas alterarse, aún sonriente, le corrigiría con voz amable:


-Pues por un motivo muy sencillo. En realidad, porque es tu tienda. -

Yuuko lo miraría incredula, llevandose ambas manos al pecho, exclamaría, alzando su voz hasta llegar a un tono de agudeza insospechada en una dama de apariencia tán elegante y silenciosa como la que Yuuko poseía a primera vista:


-¡¿Mía?! ¡Qué dices! ¡Pero si en la escritura está a tu nombre! -


Clow se quedó por un momento sin decir nada, como si ya comprendiese el problema que Yuuko le estaba comentando y la futura petición que ésta iba a realizarle trás acabar de explicarselo. Pasandole una mano por el hombro derecho colocando sus ojos azul oscuro sobre la exaltada Yuuko, colocando la otra sobre su pecho, anunció:


-Yuuko, te aseguro que nadie te arrebatará la tienda. Es tuya y será sólo tuya. -


Las palabras y la firme pero protectora mirada de Clow provocaron una reacción insólita en la hermosa y excentrica bruja de cabellos y ropajes negros. Sus claras mejillas fueron tomando un suave color rosado que se intensificó en pocos minutos.


-Si tu lo dices. -Musitó. Su voz había perdido toda la fuerza y furia que momentos antes había mostrado. Pestañeó y sientiendose todavía observada por el mago hizo acopio por disimular y controlar esa inexplicable reacción que por un instante la había hecho perder el rumbo. Alejaría de un manotazo la mano de Clow de su hombro y añadiría retomando su habitual caracter:

-Pues... Entonces no hay más que hablar. Me voy a recuperar mí tienda. -


Alejandose a paso acelerado, Yuuko observó a Clow, que le dedicaría otra enorme y encantadora sonrisa a modo de despedida. Yuuko volvió la cabeza hacía delante mientras pensaba en lo extraño, irritante y atrayente que le era ese mago. Aquel que le había entregado la tienda en la que durante muchos años atendía consultas de todo tipo y compartía predicciones sin equivocos.

Apoyado, en lo más alto, en una rama de uno de los floridos arboles de su amo, Yue no se sintió tranquilo hasta que la temperamental mujer no desapareció de su vista. Las palabras que hubiese podido haber entre ella y su amo con las consecuentes reacciones de ambos le inquietaban. Sus rapidos ojos regresaron a la persona que le era de mayor interés. Su amo había comenzado a caminar hacía el interior de su formidable mansión. Al pasar ante Kerberus, el hombre sencillamente le sonreiría ladeando la cabeza suavemente, el guardian sin decir palabra le seguiría. Al entrar a la mansión, dejando algunas plumas plateadas a lo largo del breve vuelo, Yue encontraría a su compañero y a su amo en el despacho. Clow se encontraba hojeando unos papeles mientras Kerberus le observaba con gran atención desde su rincón, la zona que se adjudicaba como suya dentro de la gran habitación, cerca del alto sillón de cuero oscuro en el que Clow se sentaba apoyando sus brazos sobre la larga y sencilla mesa hecha de madera noble.


-Amo Clow, la mujer de negro... -Trataría de saber Yue pero Clow consciente de la dependencia de ese guardian en especial, le cortaría diciendo:


-No hay de que preocuparse Yue. -


-Pero, amo Clow, ella y Ud... -Insistiría Yue con voz temerosa.


-No hay de que preocuparse Yue. -Repitió Clow sin dejar de revisar los papeles que iba dejando en la mesa. -Tán sólo nos unen algunos asuntos. Nada más. -


Yue parecía querer saber más al respecto pero temía desagradar al mago, por lo que no volvió a insistir. Se sentaría a un lado en el suelo cerca de Kerberus en silencio.


-¿Lo ves? -Le susurraría Kerberus. -Tán sólo habran realizado algunos trabajos juntos. -


Yue no parecía del todo convencido y el guardian del sol lo sabía. A veces Kerberus no necesitaba preguntar para saber lo que su compañero sentía. Clow de vez en cuando les echaba un ojo. Eran como niños.




miércoles, julio 06, 2011

FanFic Slayers I GUESS YOU´RE RIGHT

Como ya sabreís o podeis adivinar, me gusta contar historias desde puntos de vista diferente pues cada personaje al igual que cada persona tiene distintas percepciones de la realidad debido a sus diferentes personalidades o vivencias pero es más común escribir en tercera persona, es decir contar los hechos de un modo imparcial. Probaré a escribir algunas cosillas, FanFics, en ese plan. Leer el FanFic de QP Diana hace que nazca en mi esa necesidad XD Bueno, a ver que me sale... Ah, tranquis que no me voy a copiar ni me voy a poner a plagiar...


Sabía perfectamente que aquel enfrentamiento no era necesario. Mis hombres acatarían mi orden de obeder a Zelgadiss les gustase o no. Me temían tanto que ni siquiera eran capaces de exponerme sus quejas o dudas. Ese enfrentamiento no iba a ser otra cosa que un mero entretenimiento. Estaba claro que el hombre-bestía, Dilgear, detestaba al joven pues lo concebía como un rival, alguien que le arrebataría las dotes de mando. Dilgear era tán orgulloso, le encantaba ser el cabecilla, obligar a los demás a cumplir mis ordenes. No sabría explicar con exactitud el motivo pero cuanto más arrogantes eran mis hombres, más me gustaba humillarles. Zelgadiss y Dilgear poseían una personalidad similar. Muy orgullosos, introvertidos y con gran astucia a la hora de poner en practica una misión, sin duda, muy talentosos con cualquier arma blanca. Comentar que Zelgadiss ocuparía su lugar, lo volvería contra mí asi que trás una leve charla con uno de los "muchachos" tracé esa malevola pero interesante idea en mi mente.

-Nonsa, podría preguntarte algo. -Le pedí mostrandome bastante jovial. -¿Es cierto eso de que Dilgear y Zelgadiss se odian? -

Nonsa, cuyo olor y apariencia solía molestar a los otros bandidos, debió de sorprenderse al recibir atención por mi parte, la de aquel que mandaba sobre Dilgear, su jefe y los demás. Ya que su voz no sonó muy clara que digamos. Mirandome con sus grandes ojos, llevandose una de sus pequeñas y temblorosas manos hacía lo que habría sido un mentón, respondería duditativo:

-Oh Señor Rezo, no creo que deba Ud preocuparse. Es posible que Dilgear todavía no acepte del todo a Zelgadiss pero no se odian... -

-¿Estás seguro? Algunos de tus compañeros comentan que Dilgear y Zelgadiss han mantenido disputas muy violentas recientemente. -Le insistí.

Nonsa se esforzaba por ofrecer una realidad edulcorada. Temía que lo que pudiese decirme le trajese problemas al encontrarse con esos dos.

-¡Se lo aseguro! Nunca han llegado muy lejos en sus peleas. -Me indicó energicamente seguramente agitando sus puños hacía abajo. Esboce una gran sonrisa y concluí la conversación diciendole:

-Gracias Nonsa, me desagrada mucho que mis hombres no sean capaces de convivir. -

-Siempre a su servio, Señor Rezo. -Se despidió él al verme dar los primeros pasos hacía otro lugar. Nonsa podría presumir ante los pocos compañeros que le consideraban un amigo que el mismisímo Monje Rojo se había dirigido a él y que habiamos mantenido unas palabras aquella noche en el gran salón en el cúal comían y eran reunidos para escuchar nuevas ordenes. Zelgadiss no saldría de su habitación, no mientras Dilgear se encontrase por el amplio salón. En la soledad de su habitación, escuchando todo tumbado sobre su sencilla cama el jaleo que formaban sus camaradas al deborar con ansiedad sus platos y llenarse sin cesar sus vasos de cerbeza, Zelgadiss sintiendo un agujero en el estomago debía de estar recriminandose el ser tán cobarde pues ninguno de sus compañeros tendría el detalle de llevarle ni un misero trozo de pan.

-Al fin y al cabo, yo no quiero ser el jefe de estos tipos... -Murmuraba acariciendose la barriga, como si eso bastase para calmar su hambre. -Yo sólo quería que todo el mundo viese que era tán bueno o incluso mejor como esos jovenes que acudian a los torneos en pos de ser elegidos por un caballero. -


Me encontraba frente a Rezo, el llamado con admiración, respeto y gran temor por parte de los bandidos Monje Rojo. Se había enterado de mi mala relación con Dilgear. Dando un paseo por los alrededores de la hacienda en la que vivía junto con los otros bandidos, Rezo insistía en que escuchase la gran idea que había tenido para solucionar nuestras diferencias.

-Él te ve como una amanaza. Sabe que tarde o temprano tendrá que ponerse a tus ordenes, lo cúal le convertiría en un bandido más. Es una cuestión de poder, ¿comprendes? -Me explicaba demostrandome una vez más lo engañosa que era su apariencia. Él si que realmente poseía talento para ser el jefe de una banda de maleantes. De cualquier banda que se le antojase. Yo asentía diciendo:

-Justo lo que yo pensaba pero yo no quiero arrebatarle ese privilegio. En realidad yo ni siquiera quiero esto. -Añadiría sincerandome, quizás, en exceso.

Rezo arqueó una ceja mientras giraba su rostro hacía mí. Me sentí inseguro, temeroso de que mis palabras pudiesen herirle. El era lo más parecido a un padre y lo más parecido a una madre que había tenido. Me acogió en su hogar, se ocupó de darme ropa, alimento y saber. Muy pocos bandidos sabían leer y escribir. Pocos bandidos dominaban la espada como se debía utilizar, es decir, tál y como se aprendía en Esgrima. Incluso en mi nueva vida y con mi nueva apariencia debía sentirme afortunado y agradecido. Bajando la cabeza, rectifiqué mis palabras:

-Pero si asi es como he de vivir ahora, así viviré. -

-Puesto que Dilgear cuenta con el apoyo de todos los bandidos, se me ocurrió hace poco mostrarles que tú también posees excelentes talentos. Con fortuna, al ver todo lo que eres capaz, comiencen a valorarte. Tanto o más que a Dilgear. -Diría al cabo de un rato, para mi consuelo, ignorando mis sinceras palabras. Como aquello captó mi curiosidad y la esperanza de ser totalmente aceptado había vuelto a mí mente, pregunté:

-¿Cómo? -

-En un duelo contra Dilgear. -Me aclaró sin tardanza.

Me quedé sin aliento. Si desde la última discusión que mantuve con él no me atrevía a estar cerca de las zonas que él frecuentaba, ¿cómo iba a atreverme a enfrentarme a él? Me negué pero Rezo en pocas palabras me convenció.

-¿Acaso no quieres demostrar ante tus compañeros que eres mejor que ellos y el propio Dilgear? -

Acabe lanzandome al precipio sin pensar. Cosa que siempre me trae graves consecuencias. Una sonrisa misteriosa se dibujó en el rostro de Rezo.