jueves, mayo 27, 2010

I Am Bitching Again, Mom: un ensayo

Hace un tiempo, leía los resultados del Primer Rally Metropolitano de Escritores, el concurso de más alto perfil en el que he participado y heme ahí, mención de honor. Como ella fue quién me motivó a participar, llamé a mi chica, cabalgando sobre la euforia, andando de acá para allá en el apartamento. Esperaba que se emocionara, que se pusiera a dar gritos, que me dijera que iba a sacarme por ahí a beber; lo normal. Su reacción fue “ninguna de las anteriores.”

“Ah, qué bien” dijo. “Bien por ti.”

“¿Estabas dormida? Suenas como si alguien se hubiese muerto.”

“No, no. A ti te importan esas cosas de darte a conocer. Pues lo estás logrando. Te felicito.”

Qué ladilla con esta caraja, es lo que pienso mientras me mudo el auricular de oreja.

“Estoy impactadísimo por tu efusividad.”

“¿Qué más quieres que te diga? Ya, felicitaciones. Sabes, esto no cambia nada...”

Voy a matarla. Le voy a echar veneno para rata en el té. Ella va a estar caminando delante de mí y yo le voy a golpear la nuca con un martillo.

“…y yo sé que ahorita te sientes burda de bien y eso, pero cuando se te pase el bajón de adrenalina, verás que las cosas siguen igual. Y ahí te vas a acordar de…”

Una vez muerta, voy a prender al cadáver. Con gasolina. Me voy a desnudar y voy a bailar alrededor de la pira. Y va a ser arrechísimo.

“Oye, ehm, ¿qué tal si hablamos otro día?” le digo.

“Como prefieras.”

No creo que haga falta aclarar que las cosas terminaron poco después. Pero, aunque en aquel momento yo habría desestimado cualquier alegato que ella hubiese hecho, ahora que ha pasado agua debajo del puente, cuento con la imparcialidad para decir quién tenía razón en el debate: ella estaba en lo cierto y yo en lo correcto.

Una figura reconocida en el “ambiente literario venezolano” decía que, para publicar en este país, debías hacerte nombre, darte a conocer, ganar concursos. Era la forma de entrarle a las editoriales y crearte una reputación. Vamos a retroceder unos cuantos años más, ¿sí? Durante mi primer año en la universidad, la facultad de letras celebró un concurso de cuentos. El detalle estaba en que sólo los estudiantes de esa escuela podían participar. Yo tenía dos opciones: bajaba la cabeza y decía “bueno, ni modo” o improvisaba. Si hubiese optado por la primera alternativa, esta anécdota se habría acabado y habría sido estúpido sacarla a coalición, así que creo que puedes anticipar que improvisé. Hablé con una amiga y le dije “mira, entra en el concurso, que la historia la pongo yo.” Meses después, logramos el segundo lugar (de tres). Ella se llevó toda la “gloria,” por así decirlo y, entre nos, eso no me molestó en lo más mínimo. Mi política para concursar fue la misma que he mantenido a lo largo de la vida: no quiero ganar un premio para masturbar mi ego –ya hay muchos de esa casta por ahí; quiero participar para probarme que puedo. Hasta ese momento, nunca había competido realmente por lo que más me gusta hacer. ¿Qué mejor manera de empezar que en una facultad donde todos, al menos en principio, comparten mi afición?

Quería ser como el hermano de Meteoro: compito con todos los demás y no me importa que nadie sepa que soy Rex.

Y ahora que he ganado algunos premios (y perdido otros), te puedo decir que, al final del día, cuando todas las luces se apagan y la celebración se termina, las palabras de esa ex vuelven por la venganza. Porque, en efecto, estamos de vuelta al punto de salida. ¿Ha sido una pérdida de tiempo el concursar? No; midiéndome con los demás, por lo menos sé que puedo ser un escritor competente. Además, he ganado a un puñado de lectores fieles que mira que muchas veces lo impulsan a uno, en las que yo llamo “noches de terror” (“Nunca lo voy a lograr, el tiempo está pasando y yo sigo aquí, sin ser más novelista que ingeniero y qué cagada, chamo, yo no quiero vivir mi vida con un manuscrito encerrado en el clóset…”). Pero ¿han sido los concursos esa tarima desde la cual puedes hablar, como artista, y decirle al mundo que ahí estás? Difícilmente.

Afrontémoslo: si no tiene a unas go-go dancers sacudiendo el culo al ritmo de reggaetón, a nadie en Venezuela le importa. No te voy a decir que no tienes oportunidades de darte a conocer (más bien, es propio de nuestra era el fenómeno de la Internet Celebrity), pero siempre vas a alcanzar los mismos círculos, la misma gente, ese “renombre” está confinado a cuatro paredes bien delimitadas. Cuando vas a bautizos de libros, son los mismos rostros.

“Pero Victor” puedes decirme, “¿cómo puedes hablar así de la capacidad de los concursos si no has participado en alguno de los mayores concursos del país?”

Y yo te respondería “no preguntes boludeces, hijo.”

Pero como este es un ensayo, te contesto bien: ¿has conocido tú, lector ocasional, quién fue el último ganador de un gran concurso venezolano? Yo no puedo nombrar ni a uno. La otra persona que conozco que es tan maniática con los libros como lo soy yo, tampoco. No puedes acusarnos de que no nos interesa la literatura porque, a título personal, si me quitas mis libros, me estás empujando a una vida de sopor alcohólico. Y entonces, ¿dónde queda eso del renombre? Vamos, creo que puedes responder. Dilo sin pena. En el mismo círculo de “entendidos.”

Y ya que estamos tocando a esos concursos de renombre local, ¿por qué no hablamos de los autores aspirantes? Uno de los jueces de los antedichos certámenes redactó un artículo bien interesante sobre el tema, que a mí me rompió las pelotas, pero así, maaal. Empecemos por los temas tratados.

Es encantador, él es un hombre encantador. Y me contó el argumento de su nuevo libro. Y me dijo, ‘sólo quiero asegurarme de que no es una de esas novelas problemáticas,’ tú sabes. Y yo le dije, ‘Jimmy. Tu libro es sobre un negro homosexual que se enamora de un judío. ¿No te parece eso problemático?
—Truman Capote.

¿De verdad necesitamos más cuentos sobre el chamo de pueblo que se va a la ciudad y viceversa? No es una pregunta retórica, de verdad quiero que me respondan. ¿Hasta cuando la Venezuela rural? ¿Hasta cuando los chivos que hablan? ¿Hasta cuando el caos de Caracas y el tributo al tío o al abuelo? Doña Bárbara se escribió hace ochenta putos años y ¿no somos capaces de avanzar temáticamente? No estoy diciendo que hay que escribir sobre venezolanos en el espacio, pero coño, cuando Gallegos sacaba Doña Bárbara, Faulkner estaba sacando El Ruido Y La Furia. Parece que Venezuela siempre ha tenido, por sus contextos históricos, problemas para estar a la vanguardia literaria mundial. Hace nada, Mark Danielewski sacó Only Revolutions, Cormac McCarthy picó al frente con La Carretera, Bolaño con 2666 y la sátira está ganando un nuevo, e intensísimo aire. ¿Qué es lo que hacemos aquí? Lo mismo que hemos hecho siempre, sazonado con uno que otro fusil de Palahniuk.

Y aún cuando el mencionado juez estaba en plena consciencia de lo que estoy exponiendo, ¿quién resultó ganador ese año? Alguien que tocaba lo mismo dentro de lo idéntico. Excelente forma de impulsar al siguiente paso, broder.

Supongo que si me estoy quejando de algo, es del concepto de “concursa pa’ que lleves vida.” La visión que “los círculos literarios” tienen de sí mismos. Tiene, tiene que haber otra forma de hacer las cosas. Cada vez que entro en un blog literario anglosajón (cosa que hago con frecuencia, créeme) me da calambres estomacales compararlo con la realidad local. El carajo que más concursos literarios ha ganado en la historia es un viejito español que hace esa vaina porque le gusta, no porque esté aspirando vivir de la escritura (además, aclarando que “uno no puede vivir a base de concursos”).

Un gran hombre dijo que uno necesita tener héroes porque ellos te muestran lo que se puede lograr en la vida. Mientras Alan Moore pelea por dar el siguiente paso en la novela gráfica y Sami Järvi adapta narrativa de calidad a un formato digital interactivo, acá como que nos da dolor de bolas ser pioneros en algo.

Y ya, dejo de quejarme. Reconozco lo inútil de este texto. Porque la única forma de patearle el rabo al nudo gordiano es escribiendo. Alejandro Magno usó una espada porque nadie le dijo que la pluma es mil veces más afilada (y letal). Aprendamos de su error, entonces.


Gracias especiales a Blogger, por ponerse en particular asqueroso hoy y no dejarme cargar las imágenes, que le daban gustico satírico a la vaina. Qué lindo es contar con ese aporte de Blogger.

miércoles, mayo 26, 2010

Días de verano


Los calidos días de verano, toda y todo aquel que se atreviese, solía ir o bien con minima cantidad de ropa o bien desnudo. Uno de esos desvergonzados siempre fue Jules, Jules Blackfield. Vivió durante bastante tiempo solo, en un segundo piso, segundo piso perteneciente por aquella epoca a otro tipo bohemio y decadente que regentaba junto al conocidísimo e infama Jack N, el Midnight Cabaret. Blackfield y la mayoria de personas que vivían por allí, cerca o en el Midnight Cabaret, cuando el calor apretaba, no tenían inconveniente que despojarse de algunas prendas. Al fin y al cabo, hacía un calor asesino y aunque tuviesen todas las ventanas abiertas, ese calor no se iba con fácilidad. Muchas marujonas amargadas opinaban que era debido a la clase de ambiente que se vivía por allí. Tanto pecado... Entre el calor y ese ambiente, parecía realmente el infierno. Un infierno, que a muchos les costaba horrores dejar. Blackfield solía plantarse junto a su gran ventana y mientras fumaba algún que otro cigarrillo, disfrutaba del paisaje o simplemente parecía esperar visita. No sólo Blackfield lucía sin avergonzarse su torso, LaFlamme y su hermano también. Manson en ese aspecto era más sobrio, no llevaba camiseta interior pero iba levemente tapado con una camisa negra. Cualquiera que los viese pensaría que se disponían a montar alguna fiestecita privada, qué razón tenían. Manson solía ir con su amadísima Charlotte y Charlotte no solía ir sola, la acompañaban Eva y otras dos amigas más. La cosa siempre se les iba de las manos y entre la absenta y las particulares conversaciones que tenían, acababan todos bien enredados. A Charlotte le encantaban las cosas que escribía Blackfield.

-Cuando tenga un hijo, vendré con él para que compartas algo de lo escribes con él también. -Decía con una sonrisa radiante. Blackfield se sentía tan halagado. En aquella epoca Blackfield era un joven recien llegado de Europa cuya única meta era ser escritor. Blackfield siempre fue muy deseado y cuando se hizo famoso, mucho más. Se podría decir que de los primeros Groteskos Blackfield y Manson era los que eran considerados apuestos, LaFlamme era guapo pero tenía un caracter que le afeaba. LaFlamme, antes de volverse loco y suicidarse, solía pintar desnudos maravillosos. Solía decir que cuando hacía tan buen tiempo como en verano, le apetecía desnudarse, que todos los que estuviesen a su lado se desnudasen y pintar mil desnudos. A Blackfield le encantaba el verano, le venía muuy bien todo ese calor, como excusa para ver algun que otro desnudito. Manson pasaba del verano sin embargo Charlotte hacía que a Manson le agradase, al menos un poco. Y esque a veces es agradable poder quitarse la ropa sin reproches ni miedo a un posible resfriado.

viernes, mayo 21, 2010

Frases sin acabar sobre esta Verja de Metal

Bueno esta es una canción que estoy componiendo. Todabia es un borrador asique si quereis opinar o dar sujerencias las aceptare encantas, el nombre no lo tengo decidido, no se si ponerle Frases sin acabar o Verja de Metal.

Frases sin acabar
en una pelea sin terminar
versos en flor
arrancados antes de brotar
sobre la verja de metal

Dando todo por perdido,
luchando por todo y por nada.
Llorando como un niño
que su juguete ha roto.

Soñando con volar
por encima de esta verja de metal.
Buscando un lugar donde soñar

Pero en este mundo utopico
parece que todos se han vuelto locos.
Luchando por cosas sin sentido.

Frases sin acabar
Dando todo por perdido
Luchando por todo y por nada
Peleas sin sentido.

Soñando con volar
por encima de esta maldita
verja de metal.
Que nos impide hechar a volar
buscando un mundo
donde juntos podamos soñar.


Frases sin acabar,
sobre esta verja de metal...

jueves, mayo 20, 2010

Sans titre

Este poema no es mío, es un descubrimiento. Un amigo me confió su cuaderno de poesía donde, entre páginas vírgenes arremeten sus manuscritos, una espiral fría y tapas gruesas protegen unas pocas y frágiles hojas de papel encuadernadas. Es una serie de descubrimientos; y este es mi favorito.

Groenlandia, tierra de sándalo
e intensa lluvia de lava
se espera que tu incienso me invada
y tu cuerpo de hojas ardan en el escándalo.

Sólo sé que no sé nada
y que todo sea normal ya no me enfada
solo quiero amar pero no en manada
pues el binario es perfección inmaculada.

Volcán nevado y tatuado de nueva constelación
sólo espero por cada grano horario de arena
y de cada puente en ocnstrucción
y cada segundo de inspiración se almacena.

Todo intenso, tranquilo y relajado
sin prisa pero sin pausa porque estamos apurados
cálido y perpetuo sentido volcánico
activado por tus labios metálicos.

Por Argenis Martínez
enero, 2010

sábado, mayo 15, 2010

Disco de Kewitren en Vivo




Disco grabado en vivo en Tocata realizada en Estudio Radar.
Es un adelante del disco de estudio que lanzaremos en Julio.

Link de descarga
http://www.gigasize.com/get.php?d=0w9s7mhj0wb


Saludos y gracias por el apoyo.


Track List
1) La iguana Electrica
2) Polvo y Piedras
3) El Hombre de la Ciudad sin Cielo
4) Hombre-Bomba
5) Emiliana, el Espejo Inverso te Atrapo
6) Los Ojos del Abismo
7) Kewitren
8) El Infierno de Juguete
Musica: Kewitren
Letras: Miguel Carrasco

Grabacion: Estudio Radar
Mezcla: Simon Pino
Diseño Caratula: Alberto Kamaron
Abril 2010
contacto: kewitren@gmail.com
www.myspace.com/kewitrenbanda

jueves, mayo 13, 2010

A Nightmare On Elm Street


Dir. Samuel Bayer; 2010.

Para mí, es difícil hablar de la nueva versión de A Nightmare On Elm Street, de Samuel Bayer, sin hacer comparaciones con el film de Wes Craven. No lo digo sólo por el valor sentimental que la franquicia tiene para mí; una de mis primeras memorias es la del bus al principio de la segunda película a punto de caer al infierno. Yo fui un niño de seis años que creía que Robert Englund, el actor que interpretaba a El Navajero de Springwood, era un tío lejano. He visto y comprado películas sólo por saber que Englund estaba ahí. Cuando tenía como dieciséis años, mi abuela me dio plata para que me comprara un par de zapatos y yo lo invertí todo en un set de estatuillas brutales de Freddy peleando contra Jason, altamente detallado, y ha sido una de las mejores adquisiciones de mi vida. Freddy vs Jason fue una hora y media de deleite para mí, al ver al tío Englund en el papel que lo llevó a la gloria (además, creo que Freddy vs Jason, digan lo que digan, es una carta de amor a los fans).

Es difícil también porque esta nueva versión, que sigue a muy grosso modo la trama original, recrea literalmente las escenas más clásicas del tour de force de 1984. A Nightmare On Elm Street, salida por nuestros lares en aquella época con el título de “Pesadilla En La Calle Del Infierno” (vaya que por una vez la pegaron con un título), se diferenciaba del resto de las slashers del momento en que este era un film inteligente. Versaba sobre un conjunto de adolescentes que sufrían severos trastornos del sueño caracterizados por la aparición de un hombre quemado, con un guante cuyos dedos terminaban en largas cuchillas. El problema estaba, y he aquí lo brillante de la vaina, en que lo que te sucedía en el sueño, te sucedía en la vida real. Si este merodeador nocturno, (que, después descubrimos, se llamaba Freddy Charles Krueger), te cortaba en tus sueños, despertabas para ver los cortes en tu piel. Un concepto bastante original en una película que exploraba la frontera entre la realidad y la fantasía a través de una trama bastante sólida. Dicho de otro modo: una obra maestra.

Y es ahí donde, lamentablemente, falla la versión del 2010. Antes de empezar de lleno con el review, tengo que agradecerle a la gente de Cinex por sus pases de cortesía a la función privada del día de ayer. Sería imperdonable no agradecerle también a Gaby Camacho, quien fundamentalmente hizo posible que yo obtuviera esta exclusiva para ustedes. Gaby: te debo una, y te la debo en grande.

Continuando entonces, una de las cosas que notas tras veinte minutos de película, es lo acelerado que todo va. Los chamos empiezan a soñar, se aparece Freddy, los chamos se van muriendo. No hay mucha construcción en cuanto a trama y cómo me hubiese gustado sumergirme en la silla de pavor al pensar “pero marico, si lo piensas, la vaina tiene coherencia…” como pasaba con la original. Y el problema está en que, para mostrarnos tanta información tan rápido, poco de ella es información nueva. Ya sabemos quién es Fred Krueger, ya sabemos lo que hace y tenemos una idea general de por qué. Si vas a hacer un remake, muéstranos algo que no hayamos visto —o una nueva versión carece de sentido.

En segundo lugar, y esto es algo que noté desde el tráiler, la apariencia de los personajes me da problemas. Una de las cosas que da miedo de la original es cómo los actores parecen gente real; acá, casi que todo el cast se parece a los carajitos que ves en los programitas de Mtv. Aunque las chicas son guapas (no hay objeto en negarlo), es prácticamente imposible creerte que un bachiller se ve así. Ni aquí, ni en el imperio mejjjmo ni en ninguna otra parte. Eso contribuye a que no alcances lo que en ficción se llama “suspensión de la incredulidad.”

Lo tercero que me hace ruido son las escenas de homenaje a la original. Una de las partes más inolvidables de aquella es cuando Nancy Thompson (sí, me sé los nombres) se va a dormir en la casa de su amiga Tina y la silueta de Freddy estira la pared sobre ella, acechándola metafóricamente. Ese efecto se hizo poniendo una capa de látex sobre la pared, de modo que cuando el actor se posó sobre Heather Langenkamp (la actriz), estaba realmente ahí. Acá, optaron por CGI, que, de entrada, se ve falso. Sucede algo similar con el primer asesinato de Freddy, que en la original es una de las escenas más impactantes en la historia del cine. Acá es una versión más light. Una pena.

Te estarás preguntando si sólo voy a quejarme del film. Te respondo: no. Me encantó el nuevo material, del que tuvimos un vistazo en el tráiler. Me atrevo a decir que, en términos de trama, lo mejor logrado fueron los fragmentos en los que vemos quién era Freddy antes de volverse el demonio de los sueños que conocemos. Te sirven al personaje como un hombre creíble y esto nos lleva al punto fuerte del film: Jackie Earle Haley, que ya nos hizo babear con su performance en Watchmen. A través de él, puedes ver lo dramáticamente distinto que era Freddy en vida a cómo es en muerte.

SPOILERS MÁS ADELANTE
Una de las cosas que elevan su actuación es cómo llegamos al descubrimiento de que Krueger no era un asesino, sino algo quizá peor: un pederasta (un elemento que, si bien fue sugerido en la original, no se afirmó). Haley nos pinta a un encantador hombrecito que seduce con engaños a niños para llevarlos a un lugar privado en el qué abusar de ellos. Este es el punto más perturbador de la historia. Y si se queda en tu mente después de que acaba la película es porque sabes que los pederastas del mundo real actúan así.
TERMINAN LOS SPOILERS

De manera que tengo que felicitar a Bayer y compañía por tomar una decisión tan arriesgada con un personaje tan querido por los fans, volviéndolo 90% más oscuro. Otro crítico de terror decía que algo que no le gustó de esta película era que, aún cuando en la saga original uno le hacía más barra al Freddy bufonesco que a sus víctimas, en esta el personaje era tan retorcido que no tenías literalmente ningún motivo para estar a favor de él. Es cierto y, entre nos, eso rockea. Ya era hora de que Freddy volviera a ser un hijo de puta de sangre helada. ¿Que su personalidad es demasiado perturbadora ahora? Por supuesto que lo es; esta es una película de terror, hijo.

Y vaya que cuando Haley está en escena, una vez más es el centro de atención. Yo creo que tú lo pones a él a hacer de sofá, y va a ser el sofá más arrecho e interesante que vas a ver en tu vida. Como dijo el mismo tío Robert: “si alguien puede meterse en los zapatos de Freddy y hacerlo bien en esta versión, ese es J. E. Haley.”

Así, esta nueva visión de Pesadilla En La Calle Del Infierno es muy atractiva en términos visuales, si bien un tanto débil en términos argumentales. Si eres fan de las películas de terror, anda a ver esta no sólo porque es Freddy de nuevo en pantalla, sino porque lo nuevo que descubrimos de él (incluyendo esta faceta más monstruosa en términos de personalidad) vale la pena observar (y hasta te da una sensación sabrosita de pavor por dentro). Si las películas de terror no son lo tuyo, no te le acerques a esta, porque la vas a conseguir de mal gusto y no va a hacer sino alejarte más del género.


BONUS FEATURES:

La primera escena de la película:



yo me babeé.

EL JUEGO DE NINTENDO:


(de verdad sale la canción).

lunes, mayo 10, 2010

Atolondrado

Tengo ganas de todo y luego de nada. Tengo un tumulto de emociones enorme me que oprimen el corazón. Ahora que ya se ve la meta, no quiero seguir corriendo. No es por miedo, será por otra cosa. ¿Será que soy incapaz de aceptar mi destino? Yo nunca me he sentido como un lider, que leyese la vida de otros con carisma y malevolencia suficiente como para dominar el mundo no me ha ayudado, simplemente me ha entretenido. Algunos me tachan de Nazi, otros me tachan de revolucionario y los más atrevidos me tachan de anticristo. Yo, aplaudo a los últimos. Yo me he encontrado con el diablo y le he mirado a los ojos, seguramente estoy maldito, por eso ya no tengo fuerzas para acabar está laaarga y al principio prometedora carrera llamada vida. El fuego es de mis pocos amigos y la frivolidad no me quita los ojos de encima. Los policias de lo correcto siempre me han perseguido. Malo, malo, eres un niño muuy malo. Pero no me arrepiento de nada, he estado dentro de tantas y he demostrado mi valia ante tantos. Me he ganado la medalla al psicopata del siglo y me encanta. Sí ha habido algo mejor, ha sido ir de un lado a otro y conocer a más como yo. Un intercambio de intenciones y un satisfactorio BIENVENIDO. Magía, trucos, sabiduria, travesuras, tantas cosas que te hacen sentir taan bien. Aaay dama de la nada, señor del todo, dejadme disfrutar un poco más.

sábado, mayo 08, 2010

MiLaGro

Corría, corría por las estrechas calles de esa ciudad como si los ni los muros o las personas que chocaban contra él no pudiesen deternerle o frenarle y reía, reía como si fuese lo más gracioso del mundo mientras la otra gente lloraba, sollozaba o simplemente gritaba mirando atemorizados al cielo. Algunas balas rozaban su cuerpo, otras lograron entrar pero eso tampoco parecía deternerle. A lo lejos ya se podían oir caer bombas, bombas que no sólo parecían dañar a los ciudadanos. Era la escena más triste y devastadora que alguien pudiera ver pero él seguía sonriendo y avanzando. ¿A hacía dónde se dirigía? Cada vez parecía estar más cerca de la única y gran catedral de la ciudad. Tan grande, tan impasible, tan vacía. En aquel momento, cuando él consiguió entrar a la catedral, unos soldados parecían estar dando una paliza que seguramente estaba siendo dolorosa e innecesaria a un cura, un hombre ya mayor, canoso pero con ojos aún llenos de vida. A fuera una gran explosión, quizás algún edificio se habría sido derribado. Él no tenía tiempo para esas cosas o eso parecía pues seguía adentrandose en la enorme catedral. El cura cerró sus ojos, beso su rosario y se preparó para recibir el último y mortal golpe pero cuando los volvió a abrir, los soldados no estaban. Un milagro pensó el cura. No, nada de eso le recriminarían despúes. Finalmente, finalmente él dejó de correr. ¿Había llegado por fin al lugar que debía llegar? Cogió una tiza y se dispusó a trazar lo que parecían una serie de lineas y simbolos. El cura no pudó creer lo que sus viejos ojos vieron poco al rato. Tanto aquel hombre o ¿deberíamos definirlo como muchacho? comenzó a brillar. Una luz increiblemente fuerte que lo iluminó todo. El cura se vió obligado a cerrar los ojos y cuando logró abrirlos, poco a poco, todo estaba como antes. No había nadie, ni nisiquiera aquello que el hombre había dibujado y lo más sorprendente y maravilloso de todo. Ya no se oían gritos, ni lloros ni explosiones. El cura salió rapidamente a comprobar si sus viejas oidos no le engañaban y en efecto no le engañaban. La ciudad parecía estar tal cúal estaba antes de esa estupida e innecesaria guerra.
-Creo y sigo creyendo que aquel muchacho era un angel, un angel que sintió pena por nosotros, la gente buena de la ciudad y detuvo la guerra con la gracia que Dios le dió -Solía decir ese cura antes de comenzar sus misas, quizás tratando de que más gente se diese cuenta de su pasadas malas obras y se volviese, más o menos, buena. Aunque ese cura nunca se consideró un buen cura. Y entre vosotros y yo, ese hombre, ese joven, poca gente llegó a conocerlo bien...