martes, diciembre 02, 2014

FanFic (ONESHOT) FFVI Little Dancer

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):Ningún personaje perteneciente a la saga FF me pertenece, son creación exclusiva de Square-Enix (Squaresoft) y sus respectivos colaboradores
Historia narrada en tercera persona
De entre todas las pequeñas ideas que me vienen y van, al final voy a elegir una que creo podrá dejar a los fans con buen sabor de boca, a pesar de lo emotiva que pueda salir… A veces tengo la sensación de que la historias se cuentan ellas solas XDU Sería como un recuerdo un tanto difuso que Kefka conserva de su madre. Me gusta pensar que tuvo una madre afectuosa, a pesar de la incomprensión que presenta tener un hijo como Kefka n_un
Sutil KefuTina


Fanfic Final Fantasy VI
La pequeña bailarina

Antes de que pudiese abrir los ojos, ya intuía que una pequeña figura se acercaba a su espaciosa cama, por lo que sin abrir los ojos la esperó en silencio, fingiendo seguir preso de un sueño profundo. A pesar del inmenso respeto que le causaba ese lugar, en el cuál nunca era del todo bien recibida viéndose en más de una valiente ocasión obligada a adentrarse en él como un delincuente, la pequeña de áureos rizos radiantes a la menor incidencia del sol y nívea piel aquella mañana plenamente entregada a su misión no había dudado en hacer acto de presencia, siendo de este modo la primera persona en desearle un muy feliz día.

-¡Feliz cumpleaños! -Exclamó posicionada a pocos metros de la cama, mostrando una emoción a la que el joven general no encontraba sentido pero era incapaz de resistirse a contemplar en su pequeña protegida. ¿Cómo era posible que esa tontería provocase tal brillo en sus ojos? La clase de emoción que la impulsaba a cometer acciones intolerables, fuera de todo acuerdo impuesto. -¡Qué tengas un feliz día, Kefka! -Agregó después de atravesar a gatas la ancha distancia entre ellos encima de su cama, abrazada a él.

Haciendo un esfuerzo por apartarla de su lado cuidadosamente, dedicándole una mirada de fastidio respondió:
-Gracias… Supongo, pero hubiese resultado más agradable sin esta muestra excesiva de emoción por tu parte. -Terra, la preciosa niña se encogió risueña arrugando la frente, pero no sentía gran culpabilidad en mostrarle su cariño. -Ahora, sal de aquí para que me vista y podamos proseguir con este maldito día. -

La pequeña rubia notó perfectamente la hostilidad con la que algunas palabras brotaron de su labios cuyo tono natural era un tanto morado, parecido al de una persona que hubiese experimentado muy bajas temperaturas. Con expresión pensativa, Terra abrió de nuevo la boca pero esa vez su tono de voz fue más soportable mientras le miraba. Sus brazos estaban cruzados y una ceja permanecía suspendida por encima de uno de sus ojos entornados.

-¿Maldito? ¿Es qué no te gusta los cumpleaños? -Fue la directa pregunta que ella formuló, en eso era toda una maestra, en alguna que otra ocasión ese tipo de preguntas desarmaban al insensible general, cuya respuesta fue mucho más contundente:
-No. -Y adelantándose a ella, agregó con el único objetivo de dar fin a algo que ella parecía querer alargar. -Ni siquiera el mío propio. De todos modos es una estupidez conceder tanta importancia a un día, la gente nace y muere y ya está. -

La niña calló sintiendo que cualquier intento por defender su visión claramente positiva de la festividad personal de cada uno sólo serviría para que ambos terminasen discutiendo a pleno pulmón. Prefiriendo centrar su mente en algo menos entristecedor que las palabras de su mentor, agitando su cabeza llena de largos rizos dorados, retomó su gran sonrisa y salió de la gran cama con estas palabras a modo de breve despedida:
-Lo que tú digas pero te aconsejo que te prepares porque, ¡aún hay más por mí parte! -

Kefka la vio salir escopeteada de su lujoso dormitorio. Resoplando el soldado rubio se mentalizaba para vete tú a saber qué habría podido preparar la pequeña hibrido para él. Probablemente no se ilusionaría tanto como ella pero empezaba a picarle la curiosidad, algo que no podía corregir ni quería que fuese corregido ya que esa curiosidad que tendía a sentir le había llevado muy lejos, desde que había sido capaz de recordar con coherencia, siempre acompañada de la urgencia de descubrir aquello que la ocasionaba…

xoxoxox

Ella también era un poquito así o al menos era lo que a él le gustaba pensar en las limitadas ocasiones que su recuerdo se reavivaba eclipsando otros pensamientos pero que confiriese tanta importancia a un acontecimiento que nadie valoraba como su nacimiento sólo le provocaba gran irritación, casi la misma que le causaba tanto empeño en la pequeña Branford. Según los expertos en el complejo campo que abordaba la mente humana era una reacción muy propia de una persona incapaz de experimentar sentimientos o emociones. Él mismo había reconocido que prefería ser odiado o ser amado ya que ser amado implicaba corresponder a esa persona pero ella a diferencia de la pequeña Branford comprendía lo suficientemente bien a su hijo para amarlo sin agobiarlo. A veces había que recordar que los niños normales también precisaban de amor; darlo y recibirlo.

El comienzo de ese lejano día fue bastante previsible.

Ella se encargaría de despertarlo mandando al ruidoso de su hermanastro, que dada su edad no era de extrañar tanta energía concentrada en tan pequeño cuerpo, a menudo adornado por varios moratones gracias a su incesante torpeza bajo sus ropas.

-¡Hora de despertarse! -Gritaba correteando por la habitación hasta que “su hermano mayor” le ordenaba callarse incorporándose rápidamente. Con pocos instantes de silencio, le volvía el habla. -¡Madre dice que te vistas y bajes de inmediato! ¡Ha preparado tortitas para desayunar! -

Información innecesaria ya que si se concentraba lo suficiente podía deleitarse con el dulzón olor de las tortas friéndose en la sartén, animando a su estomago a emitir un gruñido mientras su lengua se paseaba por sus labios rosados. Aseándose y vistiéndose todo lo deprisa que podía aún sospechando de lo que la realización de tan apetitoso manjar podía significar bajó dispuesto a aguantar lo que fuese, oyendo tras de sí el acelerado descenso del pequeño de cabellos muy rizados, tanto como los de su padre, el pescadero. La aversión que había entre él y ese hombre era tanta que ni siquiera se molestaba en dirigirse a él por su nombre, tampoco nunca lo consideró un padre, era un extraño que había embaucado a su madre.

El beso suave y cálido de ella bastó para recibirlo en la cocina, de medidas austeras como todo lo que le rodeaba. La marca roja que quedaba al separarlos de su piel hacía que emergiese una breve sonrisa de satisfacción. Siempre le satisfacía las muestras de afecto incondicional que ella le dedicaba, sobretodo cuando el pescadero estaba observando sentado en su rincón de la robusta mesa de madera cubierta por manteles tejidos a mano, cedidos en la dote.

-¡Ya iba siendo hora! Date prisa y comete todas las tortitas, en el salón te espera alguien muy especial. -Le picaba como sólo ella sabía hacerlo, agregando un guiño que no hacía otra cosa que confirmar sus sospechas pero era como un juego, sólo entre ellos, y a él le encantaba. 

Tomando sus armas; cuchillo y tenedor, el pequeño Kefka asentía con un brillo en los ojos que denotaban la intensidad de su curiosidad sobre el pálido fondo azul que eran sus iris, previo paso al engulle del pan frito adornado por finas capas de caramelo, siempre observado absorto por su hermanastro, sentado frente a él en otra silla, meramente distraído por la caída de algún rizo inoportuno castaño.

En efecto, sentada en un sillón cubierto por tela de aburrido color reposaba una bella criatura. Igual de grande y delicada que el pequeño Tomaso pero más silenciosa, con una eterna sonrisa que acompañaba a unos ojos grandes pero lánguidos como si la pequeña señorita estuviese a punto de quedarse dormida o en mitad de su espera se hubiese perdido en sus propios pensamientos allí se hallaba La pequeña bailarina que había conquistado al chico de cabellos dorados y piel casi tan pálida como la suya. Tal y como él la había visto tras el escaparate, bajo doradas letras, de la única tienda juguetes en toda la ciudad de Albrook, vestida por primorosas telas rojizas con gasas rosadas cosidas recreando la falda de un tutú a juego con los finos lazos rosas que mantenían a raya sus incesantes rizos color pajizo. Ante la expectante mirada de ella, la tomó con un cuidado inimaginable en un chico con la fama que él tenía para abrazarla. Incluso sí era consciente de los atentos ojos fijos en él, no la soltó hasta que la exclamación de su madre y el pequeño Tomaso le sobresaltaron:

-¡Feliz cumpleaños! -

-Sabía que había trampa. -Fue su respuesta, huraña para cualquiera que no le conociese tan bien como ella, sin embargo su sonrisa, de oreja a oreja, no dejaba dudas de que había triunfado.

-Ahora sí podremos celebrar este día como cualquier otro chico. -Añadió estrechándolo contra su pecho, pasando sus dedos por su cabello ligeramente ondulado y luminoso como el sol. -Porque aunque tú le veas sin sentido u odioso, siempre habrá alguien que lo haga, no le quites esa ilusión, muñeco mío. -

-Me conformaré con recibir un regalo así de bonito… -Replicó, cediendo terreno. Sólo para ella porque, ¿quién si no ella lo haría? La oyó reír suavemente antes de ser liberado.

Kefka sintió que sus excusas para no celebrarlo habían perdido peso aunque siguiese pensando lo mismo al respecto. Si la gente quería hacerlo por el tendría que encogerse de hombros y aceptarlo, a regañadientes, pero aceptarlo. Escuchar canciones estúpidas y todo lo demás…

xoxoxox

La primera sorpresa no resultó demasiado exagerada, el joven general sospechaba que con un poco de ayuda Terra había conseguido tostar los granos molidos del café que solía tomar rebajado en leche pero las siguientes sí. Ciertamente ignoraba como se las había apañado para reunir a todas sus muñecas y muñecos en el salón cuáles invitados humanos dispersados en el sofá y los dos sillones de respaldo alto de modo que al entrar, pareciese que todos ellos le estuviesen mirando con la misma alegría que ella, sin olvidar la colocación de algunos globos de colores tan llamativos como los de sus propias ropas. Después de una agotadora mañana, regresar al hogar y verse inmenso en semejante espectáculo era lo último que necesitaba mas reconocía que la audacia e imaginación de la niña le había causado cierta sorpresa. Respiró hondo contando hacía diez como le aconsejaban a fin de no explotar creando un ardiente desastre como un volcán humano a medida que se adentraba en su busca. Estaba cansado y molesto como no era excepción en él después de tratar con tanto idiota en el castillo imperial.

-¡¿Qué demonios has hecho?! -Gritó agarrándola por los brazos, no consiguió contenerse lo suficiente. Ella conteniendo el aliento para luego recuperarlo mientras cerraba sus ojos azul verdoso lista para enfrentarse a él, sencillamente replicó:
-¿No lo ves? Es una fiesta de cumpleaños porque hoy es tu cumpleaños. -

Que le hablase así no ayudó mucho a calmarlo, le parecía muy condescendiente para venir de una cría pero respirando nuevamente habló fijando sus ojos azules en los de ella:
-Hee hee… Está bien, es una fiesta ¿no? Mi fiesta de cumpleaños… Veo que has trabajado mucho en todo esto, te concedo una hora, en cuanto el reloj marqué esto, ¡Lo quiero todo como estaba antes! -Le hizo saber mostrándole el tiempo exacto que correspondería a una hora en su reloj de mano, un objeto de bellos grabados sobre la tapa con una pequeña imagen al lado de la clara esfera que a la niña siempre fascinaba.

Terra asintió varias veces pues cuando Kefka se enfadaba no había modo de dialogar con él, además pocos lo intentaban y dentro de esos pocos insensatos pocos salían ilesos. El calor que emanaba de toda su piel a través de los variados tejidos incluso, fue descendiendo y la niña rubia pudo relajarse y moverse.

-Tic-tac brujita mía tic-tac. -Añadió cerrando el reloj para guardarlo de nuevo en uno de los pocos bolsillos que su larga chaqueta poseía. Mirándolo con extrañeza antes de traer un pequeño pastel sobre un pequeño plato de encantador diseño no pudo contener la pregunta en su boca:

-¿No recuerdas lo que te dije esta mañana, antes del café? -

Kefka pareció cerrar los ojos para rememorar pero a medida que los volvía a abrir negó tajante con la cabeza.

Sentándose en el sofá colocando a una de sus pequeñas amigas de frágiles materiales esperó a que la niña le agasajase. Pensándolo con frialdad, degustando el pastel de pequeño tamaño pero gran dedicación en su proceso el joven general sólo sabía que había sido otro maldito día más en la lista de días vividos, más o menos agradable hasta que alguien había sacado a la luz brevemente el detalle de ser justamente el día que nació pasado mucho tiempo lo que lo convirtió en un día el doble de insoportable. Divagando, perdiéndose en sus propios pensamientos no oyó a la niña reclamar su atención, sólo ante el contacto de sus dedos sobre una de sus rodillas toda esa maraña se desvaneció y sus ojos claros recayeron en ella que con una sonrisa capaz de derretir el corazón a cualquiera, tan sólo para él, como haciendo borrón y cuenta nueva exclamó:
-Pues de nuevo te digo ¡Feliz cumpleaños! -

Seguido de un fuerte abrazo y un sonoro beso sobre su blanco rostro a causa de los polvos y el maquillaje en general. En cuanto terminó de comer el dulce, haciéndole entrega del platito con apenas migajas y la cuchara, abrió su regalo. Sólo aquel que ella le hizo saber emocionada que era de su parte. Terra contempló a su mentor en silencio, sintiendo una inseguridad y un temor al fracaso grandes y pesados como rocas sobre su espalda Deshaciéndose el envoltorio con gracia y rapidez Kefka quedó largo tiempo anonadado ante la mirada de la pequeña figura de trapo que sostenían sus manos enguantadas.

-¿Te gusta? -Terra preguntó con voz temblorosa, cercana al llanto. -La he hecho yo y es una bailarina pero no es muy bonita… -

-Todas sois iguales, ¿eh? os gusta verme caer en la trampa. -Fue su única y enigmática respuesta pero la carcajada que les envolvió denotó que había dado en el clavo. Tanto que resultaba doloroso.

Con un gesto le indicó que se acercase y ella aunque confusa, obedeció fielmente. Aquello fue extraño, muy extraño, incluso impropio en él, en su manera de ser o actuar pero qué demonios, el resto del tiempo que quedase de aquella fiesta quería pasarlo así, mostrándole algo de gratitud. No amor, por el momento, gratitud pues de alguna manera le había hecho recordar a la única mujer que había apreciado tanto como se apreciaba a sí mismo.


MARY

domingo, agosto 11, 2013

Capítulo I - Sombras del recuerdo fantasma

  1.  No hay noches largas en los valles de Vertiefung Höhle


 No estuve allí, pero puedo recordarlo. El presidio era grande, basto y oscuro, un gran bloque de concreto de veintiseis pisos. Por fuera se agrietaban celdas del tamaño de hombres, una sobre la otra como una colmena de almas. A lo lejos la estructura hacía un agujero perfectamente cuadrado en el atardecer, un portal gris plomo, seco y muerto que tragaba vidas. Sin colmillos las engullía, y creaba una masa de piel, órganos y huesos. Durante el medio día se podía escuchar el llanto de los hombres atrapados dentro, gritos de dolor que con los ojos cerrados hacía parecer que de verdad Sinisyys se los estuviera comiendo vivos.

La prisión más grande que jamás había existido, el temible cajón de Sinisyys; los que entraban nunca verían otros colores de nuevo, excepto el gris de la fachada, el azul de sus interiores, el negro de la piedra y la noche, el rojo de la sangre y el amanecer.


Por dentro, el piso, las paredes y el techo estaban esculpidos en una sola pieza en sodalita  azul y unidos entre sí por otras piedras y minerales ancestrales. Los amaneceres carmín resaltaban una capa cristalina que sobre el concreto se había formado por las precipitaciones; no llovía con regularidad, pero cuando caía agua del cielo se abatían pesadas gotas ácidas que podían irritar la piel y crear graves abscesos. La lluvia no carcomía mucho el recio concreto, pero sí formaba una película parecida a un cristal frágil que algunos exiliados usaban para drogarse. El cristal pulverizado era llamado Grieß, altamente adictivo, tenía propiedades analgésicas; pero en su exceso provocaba alucinaciones. Al final, siempre la adicción causaba un evenenamiento general que terminaba en una muerte violenta.

No se sabe qué dioses o demonios construyeron la prisión, ni a quién querían castigar encerrándolo allí; pero desde que el primer dominio politeísta de la región cayó, han encerrado a los exiliados en el lugar, y es seguro que no fue construida por ningún ser mortal. La cadena perpetua es la sentencia de la autoridad del reinado actual; pero cualquier condenado que entra se enfrenta a un veredicto diferente impuesto por los otros prisioneros. La muerte puede saludar a cualquier inquilino recién llegado a la cadena montañosa de Vertiefung Höhle, si El Concilio así lo decidiera.

No había estaciones en la tierra de Vertiefung Höhle, una larga cordillera airosa de piedra negra y arena infértil. Todo el año era verano, con un viento fuerte, constante y seco. A lo largo de casi 290 mil kilómetros se extendían los picos furiosos de Vertiefung Höhle como una cicatriz en los dominios de tierra media; y en uno de sus valles hondos se levantaba el gigante ladrillo gris de Sinisyys, el único pozo que albergaba vida humana en toda la región.

Las hendiduras de las profundas depresiones de la cordillera caían incluso kilómetros abajo, donde el suelo de derretía por la cercanía al centro de la tierra, algunos agujeros llamados Kamin des Teufels, o chimeneas del diablo, emitían gruesas nubes de un humo blanco que invadían el cielo naranja. A veces, la capa de humo era tan gruesa en la atmósfera, que no se podía ver el cielo durante días, el viento las soplaba fuerte hasta crear tormentas y ciclones que los prisioneros llamaban hämäys. Frecuentemente se habían visto paredes de hämäys que parecían sólidas bardas blancas. Si alguien se atrevía a adentrarse en ese mundo pálido o se veía atrapado en una tormenta por mala suerte, el humo le secaba el agua del cuerpo y le extinguía el oxígeno de los pulmones. Había algo peor que ser prisionero en Sinisyys, y eso era ser alcanzado por un hämäys, una muerte lenta, dolorosa y desesperante.

La luz solar en el cajón de Sinisyys duraba apróximadamente 18 horas diarias, el sol se ponía completamente en el horizonte durante otras seis. Frecuentemente algunos prisioneros perdían la cabeza por falta de sueño suficiente ya que los momentos de luz fuera de la prisión asemejaban al de cualquier otro desierto, intenso y constante. Quienes sucumbían en los trabajos forzados a las afueras de Sinisyys sufrían de perforaciones en la piel por el sol. La sodalita interna del recinto absorbía toda la energía del astro rey que afuera ardía, y las celdas brillaban horas aun después de que se había puesto el sol. Incluso las minas profundas no necesitaban muchas antorchas hasta después de la media noche.

El Concilio, sin nombre propio ni insignia, era la organización con más poder dentro de la Sinisyys; eran ellos quienes decidían cuáles condenados trabajarían extrayendo la piedra negra en las afueras, o perforando túneles en las minas para encontrar piedras preciosas. Los otros clanes aceptaban sin queja pero con mucho recelo las decisiones del Concilio, ninguno de los prisioneros podía saber con antelación cuándo llegaría otra entrega de nuevos condenados.

Recuerdo vagamente que acababa de anochecer en las afueras de las praderas de Grünland, el carruaje de tres metros era jalado por ocho caballos frisones, dos de los más grandes, de pelaje negro y espeso arrastraban con todas sus fuerzas el peso de la inmesa jaula con más de veinte prisioneros, dos guardias y un cochero obeso que, con un látigo rupestre, disfrutaba haciendo exaltar a las bestias con cada azote.

Las pisadas de los cascos de los caballo dejaron de hundirse y sonaban huecos ahora que cabalgaban sobre piedra lisa y negra que conformaba la cordillera de Vertiefung Höhle. El viaje, habría de durar varios días; cuando amaneció, el desolado panorama parecía sacado de una pesadilla. Largas agujas filosas negras salían del suelo, era difícil diferenciar tierra firme de un precipicio, mas a unos pocos pasos frente a la caída mortal, para cualquiera que no conociera el camino, caería a su muerte antes de siquiera darse cuenta que había dado un paso hacia la nada. El sendero era casi invisble ante el ojo inexperto, los únicos que parecían saber el destino eran los poderosos caballos, que nunca mostraron señales de fatiga o miedo ante tal escenáreo.


Los días pasaron lentos y confusos, en el horizonte destellaba un portal azul miniatura, nada comparable con la colozal estructura que de cerca sembraba temor en sus inquilinos. Otro día pasó entre laberintos de roca y montañas, antes de que se pudiera vislumbrar con claridad la tumba lejana que le esperaba a Zmaj Rakuuna, el único sobreviviente de la resistencia, el único que salió con vida del ataque brutal a su campamento que acabó con la vida de su ejército y su jefe de lucha, el líder Ammer Strakess, su mejor amigo.

domingo, junio 02, 2013

ONESHOT CCS

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, son creación de CLAMP.
Simplemente se trata de un AU muy emotivo y probablemente ñoño n_n
Contado en tercera persona 

FanFic CCS 
Señor de las cartas

-¡Ha venido! ¡Ha venido! -Chillaba eufórica una niñita de edad apenas cercana a la decena apretándose risueña contra el desconocido de aspecto sobrio pero rasgos juveniles. 
Cuando se separaron, éste no logró más que esbozar una tierna sonrisa mientras afirmaba con la cabeza. Era  algo que su corazón, su frágil y debilitado corazón le pedía hacer. No podía marcharse sin despedirse de la pequeña y encantadora castaña de ojos llenos de un dorado verde. La sentía tan cercana, como la hija que nunca tuvo o la amiga de la infancia con la que nunca llegó a tratar. Colocando con sumo cuidado los lisos cabellos color miel de la pequeña, con los ojos ligeramente entornados tras sus redondeadas lentes, habló consciente de la probabilidad de que su calmada y masculina voz temblaría un poco:
-Hubiese sido una grosería no presentarme a nuestra cita indigna de un caballero inglés. -Se concedió un momento para respirar y agregó. -Además hacía tiempo que deseaba hacerte entrega de algo muy valioso para mí. -
Acto seguido la chiquilla vio extrañada a la par que expectante como su amigo sacaba de entre sus largas túnicas de agradable tela oscura lo que se asemejaba a un estuche de cuero marrón de tamaño mediano. En cuanto fue abierto y su interior fue revelado, la niña castaña se quedó totalmente asombrada. Tragó saliva pesadamente y replicó arrugando la frente prudentemente:
-¿Es para mí?... Pero... -
-Deseo que a partir de ahora estén a tu cuidado. -Se vio interrumpida por la suave pero firme anunciación del hombre joven de oscuros cabellos y gafas redondas. La chiquilla le dedicó una mirada indecisa que sólo sus últimas palabras superó. -Por favor. -
-Está bien. -Finalizó por aceptar tan valioso y misterioso obsequio agachando la cabeza. 

***

El resto de lo que duró el encuentro, se pasó veloz como un sueño entre risas y juegos como si nada fuera de su control les fuese a poner punto final. Aún a sabiendas que el exceso de ejercicio no era bueno para él, retado por su ágil y enérgica compañera de juegos, él siempre se daba al cien por ciento por lo que justamente en esa ocasión no iba a ser diferente. Recorría todos los verdosos rincones de aquel paraíso en busca de la astuta niña, la cual escogía escondrijos muy imaginativos pero conocidos para él. Incluso trepaban por los arboles como felinos hasta acabar en busca de una salida dentro de una gran fortificación de vasta madera cuyo único elemento de metal era el tobogán por el que había una divertida descendida.
-¿Se encuentra bien? -Comenzó a repetirse una preocupación en la aguda pero melodiosa voz de la chiquilla castaña cada vez apreciaba a su amigo proseguir el ritmo marcado con dificultad, jadeante con una mano colocada sobre el pecho, él respondía mostrando una sonrisa aparentemente despreocupada:
-Tranquila... Sólo estoy... Un poco... Cansando. -
La chiquilla quiso confiar en su palabra e invitándole a sentarse a su lado en un columpio, espero con ansias a que recuperase algo de aliento.
De nuevo inmersos en sus juegos, su corazón golpeó contra su pecho agónico, tanto que habría caído desvanecido de no ser por el sustento de un joven que a los ojos de la chiquilla parecía envuelto en una fuerte y celestial luz. Fue muy rápido, casi como pestañear, que ambos hombres desaparecieron de su perpleja mirada verde. 

Para siempre...


viernes, marzo 15, 2013

Solis et Lunae

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Esta historia sería una especie de Spin-Off surgido al meditar acerca del pasado de uno de mis personajes originales (Solis Crowe) que yo creo se va a volver relevante al llegar a las últimas historias dentro de mi FanFic Crossover LOL 
Como siempre, esta historia sería clasificada M (+18) y es un AU, es decir trascurre en un Universo alternativo 
Por último, me valgo de algunos personajes creados por CLAMP como el padre de Clow o el propio Clow (más o menos) en el diseño de los protagonistas al igual que un tanto de Tomoyo para otro ^^U (Obviamente  lo menciono porque son creaciones exclusivas de ellas)
Sólo si os gusta añadiré más partes ^^ 

FanFic Crossover Spin-Off
- SOLIS ET LUNAE -

"La familia es un nido de perversiones."
Simone de Beauvoir

Lunae

Estaba tiritando cuando él la halló, encogida sobre el sucio suelo de tierra y diversas piedrecitas que sin duda habrían lastimado sus pequeños pies, abrazada a sí misma y un enternecedor gesto de temor y penuria no parecía haber sido suavizado ni siquiera por el sueño en su rostro de delicadas y pequeñas facciones. Mirando a izquierda y derecha como si se tratase de un ladronzuelo, arrugó la frente inseguro de que hacer con la jovencita cuyas anchas y sucias ropas indicaban que pertenecía a un grupo de hechiceros. Su buen corazón le gritaba que hiciese algo por ella pues la zona en la que había acabado no era adecuada para ningún hechicero, mucho menos para uno en practicas más su raciocinio le ordenaba con voz alta y autoritaria que retomase su paseo en aquella fría y oscura noche de Luna llena, única compañera, lejana y bella. Tan bella y cautivadora porque era inalcanzable al igual que la niña que yacía frente a él de piel clara a pesar de sus rosadas mejillas, nariz o palmas de los pies, pero dueña de una extensa y suave cabellera negra y brillante al recibir los rayos del sol sobre sí. Inclinándose la observaba con una entristecida sonrisa en sus labios el doble de debatido. Mil ideas absurdas y temerarias cruzaban su usualmente calmada y mansa mente     tales como atreverse a acariciar aquellas rosadas mejillas con afecto. Así sabría con certeza que color poseían sus ojos en caso de ser repentinamente despertada. Estaba tan embelesado que cuando el ave de oscuro e inquieto plumaje graznó posicionado sobre su hombro derecho se sobresaltó.

-¿¡Qué!? -Fue la exclamación que escapó de su boca, al instante siguiente cubierta por ambas manos mientras se erguía lentamente dirigiendo forzosamente sus ojos grises y traslucidos hacía el animal, frunciendo el ceño.

Como si fuese un juego contra él, el ave emitió otro desagradable graznido agitando su cabeza. La expresión de fastidio se acentuó en el hombre joven que le miraba entrecerrando sus ojos con un dedo colocado sobre sus labios rápidamente pues temía la reacción de la joven hechicera, quién comenzó a removerse claramente agitada por los sonidos del animal aunque por fortuna sus ojos continuaban cerrados. Arrugando una vez más su frente al lanzar sus ojos hacía ella optó por una solución intermedia desprendiéndose cuidadoso de su oscura y gruesa capa toda del color de la oscuridad como prácticamente hacía gala el resto de sus ropajes. Permitiéndose brevemente el lujo prohibido de tocarla, pasó con delicadeza la palma de una de sus manos por su largo y sedoso cabello pronunciando unas de las extrañas palabras que habían sido compartidas con él por su hermano gemelo. Único humano que veía con frecuencia y con el cual convivía. 

-Duerme, pequeña paloma, duerme. -Agregó a modo de despedida escuchando el tenue ritmo de la respiración relajada de la niña. 

Estaba a mitad de camino cuando un impulso poco frecuente en él le hizo retornar hasta ella para alejarla de aquella zona del bosque aún siendo consciente de la injusta regañina que se le avecinaba en su hogar, hogar que para cualquier otro hubiese resultado de todo menos un hogar. 

Esto os dejo por ahora, a modo de prueba, si queréis más, decídmelo en un comentario ^w^

martes, febrero 05, 2013

ONESHOT CLAMP The Glow


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes de CLAMP pertenecen exclusivamente a CLAMP ^^ (Sólo aquellos cuyo nombre no reconozcáis, son cosa mía)

Un pequeño ONESHOT para vuestro deleite y el mío si os gusta sobre Cora Reed (mi Kong, el equivalente femenino de Clow Reed LOL) porque me encanta el GB y no he visto ninguna historia así en FF.Net... 

"Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan."
Pablo Neruda - Poeta chileno

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome to Hell
Infinidad de existencias, una sola alma

Aquellas pequeñas orbes flotantes y luminosas no eran luciérnagas como había supuesto yo provocando una sonora risotada en Cedric, el chico más pegajoso de entre todos los que había ido conociendo en la comunidad.

-¿Entonces qué son? -Pregunté irritado a la par que avergonzado por mi desconocimiento.

Cuando su risa amainó mirándome con cierto aire burlón y condescendiente me respondió sonriendo:
-Son hadas. -

-¡Ooohhh! -Se me escapó una exclamación de asombro y fascinación de la boca mientras me inclinaba más y más para ver mejor las dos que parecían danzar más cercanas a nosotros pues se desplazaban con gran velocidad a nuestro al rededor cada vez que realizábamos algún movimiento excesivamente brusco. -Son preciosas. -Musité cautivado.

-Nada comparable con vuestra belleza... -Creí oír brotar de los labios de Cedric por lo que al instante giré la cabeza hacía el con una oscura ceja levantada y los ojos entrecerrados. -¿Quieres verlas trazar imagenes en el aire? -Me preguntó animado ignorando mi expresión de recelo.

-¿Acaso eres capaz de hacer eso? -Le cuestioné sin dar crédito a lo que me ofrecía. 

El asintió y sacando lentamente lo que parecía una retorcida rama de corta longitud con algunas hojas dispersas a lo largo de ella la agitó suavemente susurrando unas palabras que no comprendí apuntando hacía el frente. ¡Fue maravilloso! Por muchas veces que limpié mis redondeadas gafas con la tela de mi túnica de gastada blancura, las pequeñas bolas luminosas no dejaban de acudir frente a nosotros creciendo su numero y luminiscencia formando las figuras que el chico sentado a mí lado les ordenaba. Cansado de una postura tan negativa para mi joven espalda, me senté a su lado sin alejar un instante mis ojos de aquellas figuras de luz. Los sonidos que emitían eran como chillidos muy lejanos de bebes o como el tintineo de campanas de muy leve peso. Sin darme yo cuenta, Cedric colocó su brazo izquierdo sobre mi hombro izquierdo para arrimar mi cuerpo al suyo con la infame intención de que nos besásemos pues al notarlo giraría mi cabeza para advertirle mirándole fijamente a sus ojos castaños. ¡Así dio comienzo!

-¡Pero qué...! -Grité antes de caer al suelo repleto de blanda hierba en el momento en que en efecto sus labios ejercían presión sobre los míos. Con lo bien que lo estábamos pasando, tuvo que sacar tajada.

Pero lo peor llegó después cuando empezó a invadir el interior de mi boca con su lengua. Con la gran fuerza que me ofreció el asco y la furia pude apartarlo de mí dándole un fuerte empujón con ambas manos extendidas contra su pecho. Recuperando aliento mientras respiraba ofuscado por la ira me ajusté las gafas sobre los ojos incorporándome apresurado. Mi agresor hizo lo mismo al girar la cabeza panza arribar y atisbar mi intención de huida. Las bellas hadas se habían esfumado, ya no había nada hermoso allí.

-¡Espera! -Le oír gritarme varios pasos tras de mi, avanzando rápidamente.

-¡No! -Aullé yo incapaz de disimular mi furia, obligando a mis pies a avanzar más deprisa.

-¡Al menos escúchame! -Me gritó y su voz esa vez parecía suplicante pero negando con la cabeza seguí alejándome conteniendo las ganas de pararme y gritarle y golpearle. -¡Yo te amo, Coraline Reed y deseo que seáis mi esposa! -

Me quedé atónito. Tanto que en el tiempo en que tardaba en asimilar sus palabras, él llegó hasta mi más reafirmado y tratando de tomar una de mis manos entre las suyas soltó la obvia proposición:
-¿Querréis casaros conmigo? -

Pestañeando, mi primera reacción no fue muy educada pues le abofeteé con todas mis fuerzas tras liberar mi mano de la suyas y enojado, muy enojado le grité:
-¡Jamás! ¡Eso no estaría correcto! -

-¿Se puede saber por qué no? -Levantaría él su voz claramente disgustado frotándose la mejilla abofeteada. Resoplé agitando la cabeza y se lo confesé:
-¡Porque yo en realidad soy un varón al igual que tú! -

Y eché a correr sin mirar atrás. 

Bueno, soy vaga y encima tengo tiempo limitado conque el titulo hace alusión a la última historia que llevo en el FanFic Crossover LOL (Va de recuerdos y tal) Aunque posiblemente escriba otro posible recuerdo y no este... 




martes, octubre 23, 2012

-ENTER-

Eso de golpear la tecla ENTER con violencia, como si el teclado fuese una maquina de escribir es un acto sumamente sintomático (¡ENTER!) (¡ENTER!)

Una absurda simulación de la voluntad poder (¡ENTER!)
Una miserable ratificación del Yo (¡ENTER!) (¡ENTER!)

Algo así como: "¡Ya maquina, har

ás lo que yo te digo ahora! (¡ENTER!) (¡ENTER!)

Y luego vemos el resultado en la pantalla (¡ENTER!)
Y nos sentimos felices o frustrados, dependiendo (¡ENTER!)
De lo que nos muestra este otro simulacro de realidad 
 (¡ENTER!)

jueves, agosto 09, 2012

FanFic CCS INCONFESABLE

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD): 
Los personajes de CCS y alguno que otro de xxxHolic son creación exclusiva de las CLAMP (Sólo aquellos cuyos nombres no identifiquéis son cosa mía) 
Historia contada en primera persona ^^ (Entre Eriol y Tomoyo) 
La idea es bastante rara pero espero que os guste, esta vez TODA la historia va a ser en el plan más realista posible (Dad las gracias a Choco-Chan y otras grandes fans más centradas que yo XD) 
Tomoyo Daidouji y Eriol Hiragizawa nunca han sido tan amigos como aparentaban sin embargo tan sólo Eriol parece capaz de ayudar a Tomoyo a romper su mascara y ser ella misma... 
 Espero que os guste ^^ En principio podría haber sido clasificado T pero al final es mejor que sea M 

"Las mujeres son secretistas por naturaleza, y les gusta practicar el secreto por su cuenta." 
Sir Arthur Conan Doyle - Novelista escocés. 

FanFic CLAMP 
 Iiarawasenai hodo no INCONFESABLE

 (Tomoyo) 

 Abrí los ojos costosamente al leve sentir de la luz que se filtraba por la ventana otorgando al lugar en el cual me hallaba iluminación natural. Entre un sin fin de pestañeos dolorosos, la borrosa figura en mitad del techo se tornaría más nítida ayudando a mi cerebro a ubicarse un poco mejor. Se trataba de una de esas grandes y doradas lamparas antiguas en cuyas extremidades se solían colocar velas de cera pero que ahora parecían albergar bombillas de redondo cristal como en cualquier otra casa moderna. Incorporándome y llevándome una pálida mano a la cabeza repleta de oscuro y largo cabello negro sutilmente azulado gracias a los rayos que se proyectaban contra él intenté recordar, al menos, como había ido a parar allí, a la amplía y cómoda cama de un adinerado extraño pues estaba claro que la suave respiración de otro individuo no era cosa de mi alocada imaginación, yo nunca me vi forzada a acudir a un psicólogo por ese motivo ya que yo era la niñita buena y prudente del grupo, convirtiéndome así en la aburrida junto a Rika Sasaki. Teníamos tanto en común... Fue al girar la cabeza lentamente hacía ese extraño totalmente desnudo, meramente cubierto por sabanas de puro color que el espanto llegó a mí. ¡No podía ser posible! Giré la cabeza violentamente hacía el lado opuesto asqueada pero al volver a observarle, conteniendo la respiración como quien va a destapar el cadáver de un ser amado en una sala de autopsias, observé de nuevo al hombre joven de oscuros cabellos y nívea piel que dormía una sonrisita pícara en su rostro de finos y atractivos rasgos. Entrecerrando los ojos no me cabía duda de que ese hombre era un antiguo conocido, Eriol Hiragizawa. 

-¡Hiragizawa...! -Se me escapó de entre mis atónitos labios rosados retirándome velozmente de él sin importar cuan dura y sonora fue mi caída de la cama. 

Sin mirar atrás, tal y como había llegado al mundo, corrí estrepitosamente por la gran mansión hasta dar con un lugar en el que encerrarme y gritar hasta quedarme sin esa melodiosa voz que tanto agradaba a mi madre y sus amigotes. Jadeante, gire varias veces uno de los botones junto al plateado grifo con la esperanza de que un poco de agua fría me devolviese la razón. Tomándola entre mis manos me la echaba contra mi sofocada cara sin apartar mis ojos de claro azul de la asustada mujer que me miraba con igual temor, volviéndose como por arte de magia el tono de sus ojos de un marrón intenso, casi rojos. Aguantando el frescor helado mientras me secaba con una azulada toalla de amoroso tejido, opté por sentarme en el váter con las manos una sobre la otra cerradas entre mis muslos y mi sexo cubierto por finos y enmarañados pelos púbicos. Un insoportable dolor de cabeza me garantizó que no, que aquello era muy real para mi desgracia. Cerré los ojos apretando los labios, tampoco deseaba rememorar el curioso tic nervioso que se apoderaba de mi cada vez que perdía la serenidad. Creo que me quedé dormida a pesar del malestar pues mi encantador amante lograría entrar en mi ocasional santuario... 

 (Eriol) 

Reconocí que su reacción fue justificada pero me molestó el agudo chillido que surgió de esos mismos labios tan deseables. Tapando gran parte de mi fibroso y claro cuerpo con una sedosa bata de oscuro azul con caprichosos estampados de astros dorados, me desperece y acudí hasta ella. Después de lo sucedido a lo largo de la noche con sinceridad, no consideraba necesario cubrirme frente a ella, ocultar lo que una vez fue acariciado y besado con avidez pero no había olvidado cuan pudorosa podía mostrarse la señorita Daidouji llegada la razón. Achispada era una compañera mucho más valiosa pero habría que aguantar a la otra Daidouji. Aclarándome la garganta, golpeé la puerta de madera pintada en busca de una confirmación a la petición de intromisión que no llegó. Observado por los brillantes y penetrantes ojos rasgados de SpinelSun, mi felino compañero de cuerpo estilizado y del color de la noche, me tomé la molestia de dejar a un lado tanta caballería inútil. Llevando conmigo la llave maestra con sólo ajustarla en la cerradura y girarla suavemente mientras sostenía el pomo, me adentré en mi cuarto de baño sin decir palabra, manteniendo un dedo sobre mis curvados labios hasta que mi oscuro compañero desapareció al entornar la puerta. 

-Me gustaría que regresases a la cama conmigo. -Le dije cuando abrió los ojos y los fijo alarmada en mi presencia. -O acaso, ¿no te parece descortés abandonar así a tu amante? -Añadí burlón cruzado de brazos y levantando una de mis negras cejas. 

Su replica fue simplemente maravillosa, me gustaba comprobar que podía encontrar cierta maldad en la buena y dulce Tomoyo Daidouji. 

-No serías el primero... -Soltó poniéndose en pie para echarme. -Y ahora, ¿Serías tan amable de ir yendo tú primero a la cama? - 

Encogiéndome de hombros, accedí. Cuando una mujer se haya en un estado así de hostil es más recomendable complacer a imponerse. Tarde o temprano superaría lo acontecido la noche anterior, tarde o temprano aceptaría la realidad, que incluso las niñas buenas tienen un lado oscuro que desea ser revelado. Levemente tumbado sobre mi cama de extenso tamaño y considerable longitud, apoyando parte de mi rostro contra la mano izquierda me recreaba en el recuerdo de su exquisito cuerpo desnudo fundiéndose con el mio. Alguien como yo no cuadraba con alguien como ella aunque físicamente hubiese tantas similitudes. Ella siempre había jugado a ser la chica perfecta, seguramente a fin de gustar y agradar a todas las personas de su alrededor, huyendo de lo erróneo y forzándose a no cometer ni el más mínimo fallo ya que su fachada se iría al traste. Siempre con una sonrisa reconfortante en el rostro, bien vestida y aseada, con estudiosa y miembro de un sin fin de grupitos. Todo fachada, todo un descomunal esfuerzo por erradicar aquello que la había marcado. Yo en cambio era considerado el raro, el chico extranjero solitario y misterioso, un estudiante modelo pero con una imaginación peligrosa que contrastaba con su carácter maduro y taimado. Agridulce infancia memorable gracias a la amistad que me brindaba la señorita Kinomoto y su prima y mejor amiga, la señorita Daidouji o me gustaba creer. Mi mente regresó a la actualidad al oír los pasos que emitían los pies descalzos de mi vieja amiga sobre el suelo de madera. 

-Vamos, échate junto a mí y aprovechemos que hoy es Sábado... -Le sugerí dejándome caer sobre la almohada sin gran variación de mi cuerpo, dedicándole una sonrisa seductora. 

(Tomoyo) 

Me quede un rato mirándole con fastidio pero resoplando consciente de que había sido yo la que había optado por retomar el dormitorio ya que aunque lo intentase no habría encontrado una manera coherente de salir del embrollo me tumbé en la cama nuevamente cerrando los ojos con fuerza. El incómodo presentimiento de que mi amante podía seguir con los ojos bien abiertos me obligó a dejarlos entreabiertos al cabo de un rato. 

-¿Qué ocurre? ¿Tengo monos en la cara o qué? -Le exigiría saber arrugando la frente bajo un montón de negros mechones de pelo que la ocultaban hasta casí tapar mis ojos al confirmar que sus ojos color celeste estaban posados en mi tras sus redondeadas gafas de fina pasta. -La gente suele dormir con los ojos cerrados. - 

-Lo sé pero tenía miedo de que tras cerrarlos, al abrirlos, no estuvieses a mí lado. -Me respondió con una voz que haría humedecerse incluso a la más casta de las monjas tomando mi mano para darle un beso como hubiese hecho un autentico galán o caballero. 

-P-Pues duerme tranquilo, por mucho que yo lo deseé no creo que algo así fuese a suceder. -Repliqué aguantando lo mejor que pude el rubor que parecía querer extenderse por mis claras mejillas, alejando mi mano con rapidez. Él con expresión divertida en su rostro me contrarió: 

-Si lo desearás con verdadera intensidad, a lo mejor, sí. - 

Me crucé de hombros como clara señal de incredulidad y disgusto. Pocos tenían el descaro o atrevimiento de discrepar con la miembro del club de debate más brillante y elocuente. Él se echaría a reír y cada carcajada, por muy modulada que saliese resonaron en mi cabeza, la cual continuaba siendo victima de una cansina resaca. 

-Sólo bromeaba... -Se disculpó. -Deseaba saber si poseías sentido del humor además de unos senos tan definidos y turgentes. -Lo último no fue nada adecuado pero no parecía importarle ofender mi sensibilidad, trazando su figura al recorrer uno de ellos con sus dedos de seda. 

-¡Oye! ¿No sugerías pasar la mañana durmiendo? -Me puse a gritar incorporándome toda roja de vergüenza, sofocada. No deseaba repetir el mismo error, al menos no tan seguido. 

-Y así era pero ya que estás tan tensa, he pensado que podríamos hacer otra cosita... -Me susurraría al oído imponiendo su cuerpo al mio antes de besarme en toda la boca con una lascivia insospechada. El sutil azul del color de mis ojos pasó a un encendido rojo entre múltiples pestañeos. 

Como escuchado por un ángel, alguien llamaría a la puerta provocando que sus labios se separaran de los míos con precisión. Llenando mis pulmones de aire y cerrando los ojos dí las gracias mentalmente a mi salvador desconocido. Cayendo boca arriba creí atisbar a Hiragizawa caminando a zancadas lejano más sabía que en cuanto se deshiciese de la persona que le reclamaba, volvería a la carga. La imponente bestia negra que osó adentrarse en el dormitorio de su amo se quedaría quieta entre la puerta y la cama en la cual estaba yo emitiendo un continuado pero suave gruñido. Me tendría bien vigilada pues no moví ni un musculo hasta que su dueño apareciese ante nosotros, seguido por mi salvador o en palabras del propio Hiragizawa, la pesada de Nakuru... 

(Eriol) 

-¡No me digas que ya has vuelto a hacer de las tuyas! -Saldría de la boca Nakuru al abrir los ojos y ver a la señorita Daidouji tumbada en mi cama, sólo habiendo sido tapada la parte inferior de su hermoso cuerpo por las blancas sabanas. 

-Para nada, el sexo fue algo que simplemente surgió. -Le aclaré aunque en sus ojos color caramelo se apreciaba que no creía ni una de mis palabras. -Y ahora si me disculpas retomaré el asunto que tenía entre manos. -Añadí haciéndome paso para crispación de la ruidosa Nakuru, que gritaría con voz más aguda y desagradable de lo que en verdad era: 

-¡Ni se te ocurra! ¡Tienes cosas más importantes que hacer y lo sabes! - 

¡Pobre señorita Daidouji, con tantos gritos, su dolor de cabeza no disminuiría, más bien, crecería y crecería hasta volverse inaguantable! Con un ápice de desagrado en mi voz, repliqué sin ni siquiera girar la cabeza hacía mi mandona niñera particular, parándome un momento, justo dónde SpinelSun permanecía impasible: 

-¿Podría vestirme como es debido antes de dedicar todo mi tiempo a esas cosas más importantes al menos? - 

La risilla disimulada al colocarse una mano sobre la boca de la señorita Daidouji era el motivo que me animaba a sacar el fanfarrón que llevaba dentro en vez de mandar a la señora Akizuki a ocuparse de sus asuntos como hubiese hecho de estar ambos solos. Ella también lo sabía y sabía que tras las sonrisas y el protocolo había un hombre poseedor de un fuerte carácter. Su silencio fue todo lo que necesité oír a modo de confirmación. Spinel Sun cambiaría el objeto de su atención, siendo este la alta y flacucha mujer de apariencia juvenil que tanto le crispaba como si hubiese sido capaz de presentir lo que saldría de mi boca a continuación. Si no fuese por el orgullo que esa fiera demostraba tener, la señorita Daidouji hubiese podido advertir un brillo suplicante en sus rasgados ojos de felino. Emprendiendo el proceso de envestidura, yendo hacía el armario con pasos ligeros, mi pálida piel era ocultada ante la atenta mirada de la callada Tomoyo. No me quitaba ojo sin embargo cada vez que alzaba la vista y yo dirigía los mios hacía ella, los disviaba haciendo una mueca de desprecio. 

-Bueno, mi querida Tomoyo, me temo que esto será todo por ahora pero créeme, no va a ser el único. -Me despedí de mi adorable y remolona amiga cual presentador televisivo juntando las manos al realizar una reverencia completamente vestido. 

(Tomoyo) 

-¡Vete de una maldita vez! -Le grité a modo de despedida llevada por un enojo impropio de mí. Incluso me había aferrado a una de las dos blancas almohadas que había bajo mi cabeza para usarla contra él. 

No sé cuanto tiempo me llevó retomar el sueño pero no me costó gran energía, sólo era cuestión de dejar la mente vacía mientras me acostumbraba a aquella cama, excesivamente confortable en comparación con la que tenía en mi pisito de soltera no muy lejos del Russell Square Garden. Piso cuyo coste no era problema pero que me gustaba pagar a medias con mi compañera de piso, de vida social más agitada que la mía y bohemio trabajo. ¿Qué otra cosa hubiese sido apropiada de hacer? Sabía perfectamente que salir de allí era lo primordial pero acepté sin mucho replicar la amable oferta de la señora Akizuki. 

-¿A dónde crees que vas? -Fue lo primero que se le ocurrió decirme al fijar una vez más sus ojos en mí, saliendo yo apresuradamente de la gran cama mientras la particular mascota de Hiragizawa se negaba a salir del dormitorio. -Tienes un aspecto horrible, anda, quédate un rato para descansar y luego ve a donde tengas que ir. -Agregaría formulando la coherente propuesta que debí rechazar. 

Encogiéndome de hombros regresé a la susodicha cama. Lo último que oí fue el suave cerrar de la puerta por la jadeante castaña. Recostada meneé la cabeza con una vaga sonrisa. Me alegraba que hubiese logrado llevarse con ella al amenazante animal que se había tomado el lujo de ser una especie de guardián mio. Al parecer sólo ¡Sólo! obedecía a Eriol Hiragizawa, su único y principal dueño y amo lo cual complicaba mucho su labor de ama de casa a Nakuru pues el animalito no confiaba del todo en ella. Una criatura que sólo podía resultar encantadora y agradable al señor Hiragizawa. No conseguí parar de reír mientras me lo comentaba estando ambas reunidas en la cocina, sentadas frente a frente rodeadas por un buen desayuno inglés, lo que significaba platos llenos de gruesas lonchas de bacón acompañadas por algunos huevos fritos de llamas bien coloridas, un tarro de crema de cacahuete y una gran jarra hasta la mitad de anaranjado zumo recién exprimido. Tragando una pastilla que me ayudaría a combatir la resaca junto con tan delicioso y fresco liquido, le dije sosteniendo el vaso entre los dedos y rechupándome los labios: 

-Sin embargo me sorprende que Hiragizawa viva con una mujer como tú. - 

Ella levantaría sus dos pardas cejas mientras exclamaba: 
-¿No? Pues precisamente fue él quien me eligió como niñera. - 

-¡No me digas! -Grité dejando el vaso en la mesa bruscamente. ¡Eso no podía ser cierto! Y si lo era, a mi cerebro le costaba asimilarlo. Dibujándose una sonrisa de orgullo en su rostro, de finas y aniñadas carácteristicas, no tardaría ni un minuto en revelarme algún que otro turbio pasaje de la vida de mi antiguo compañero de clase. 

-Al parecer su familia no le quería y en cuanto su madre murió, lo dejaron en un internado, un internado tipo película de terror, en vez de cuidarle y brindarle apoyo... -Empezaría a contarme, de cuando en cuando haría una leve pausa para dar un buen mordisco a su tostada bien untada su superficie de marrón crema de cacahuete. A medida que me iba describiendo la situación o las cosas horribles que le habían pasado a esa edad tan delicada, fuí perdiendo las ganas de reírme. ¡Pobre Eriol! -En cuanto pudo, pidió la emancipación pero como era un crío y encima un crío con ciertos problemas, para que se le concediese, había que vivir con alguien que lo vigilase y ese alguien resulte ser yo... ¡Pero ya ves el caso que me hace! -Concluyó levantando la voz sin darse cuenta enfatizando lo que era bien obvio. 

Todo lo que se me ocurrió hacer fue suspirar llevándome la mano izquierda a la frente. Me sentí peor que mal, durante tanto tiempo lo había tratado con tanta indiferencia y recelo cuando él quizás simplemente buscaba en mi mejor amiga y en mí un poco de afecto. Sakura Kinomoto era la niña más dulce y divertida de todo el grupo y a diferencia de Chiharu, a ella no solía importarte que niño o niña quisiese estar a su lado, ella los acogía con mucha ilusión y cariño. De verdad, Sakura era todo lo que yo me esforzaba en ser en aquella etapa de mi vida aunque posiblemente mi madre se había ocupado en parte de fomentar ese deseo. En ese mismo instante me obligué a ser un poco más agradable con él por lo que me tomé muy en serio las recomendaciones que Nakuru me dió antes de ponerse a lavar los platos y vasos utilizados. Sentada no deje de darle vuelta a las forzosas palabras que le dedicaría a mi antiguo compañero antes de marcharme con recobrada serenidad ligeramente tensa gracias a la cercanía del caprichoso animal negro que habia ocupado la mayor parte del alargado sofá de rojo terciopelo. Como ya os habréis dado cuenta mi apurada huida se convirtió en un formal abandono del hogar de Hiragizawa. 

-¿Todavía sigues aquí? -Diría él fingiendo interés a los pocos momentos de entrar a su mansión. De pie ante él asentí sonriente. -Bien, había olvidado darte algo. -Agregaría rebuscando entre los bolsillos de su ancho abrigo negro antes de que yo tuviese oportunidad de recitar las palabras de despedida largo tiempo meditadas. Me dejo de una pieza lo que ví caer en mis manos extendidas. -No pienses mal querida mía, es para el Taxi que deberás pedir. ¡Hasta el próximo! -Dijo y besándome por última vez ese día en la boca avanzaría alejándose de mí.

CONTINUARÁ LOL