martes, junio 29, 2010

La leyenda del dragón occidental

(Entrevista ficticia)

Brandon Lee, el hijo prodigio de Bruce Lee, la estrella de las artes marciales en la industria hollywoodense desde las películas de acción en blanco y negro hasta las producciones a color, vivió para destacarse fuera de la sombra de los logros de su padre y escribir su propio capítulo en la historia de los Lee

A finales de la década de los ochenta las películas de artes marciales conformaron la sensación prohibida proyectada en las telas de los cines alrededor del mundo. Actores como Steven Segal, Chuck Norris y Jean Claude Van Damme representaban a las estrellas de las películas de acción que coreografiaban el kung fú que tanto hipnotizaba a la aletargada audiencia occidental.

Un importante número de filmes que entraron en el pasillo de los clásicos fueron protagonizados por Bruce Lee, quien participó en más de cuarenta producciones como actor, escritor, o director. De su estirpe nació Brandon Lee, heredero de los logros de su padre y relevo de la tradición china en el cine, mantuvo vivo el nombre Lee en las cintas de artes marciales a pesar de su corta carrera profesional.

Brandon Lee fue nativo de Estados Unidos, se mudó a Hong Kong con su familia hasta el deceso de su padre. Comenzó su carrera frente a los lentes de cámaras como modelo, rápidamente logró a su objetivo de ser actor en películas en las cuales desarrollaba su don, la habilidad especial de la familia Lee: las artes marciales. Comenzó en 1986 con Legacy of rage y Kung fu: the movie; en el 87 con el clásico Kung fu, the next generation, en 1988 con Ohara, dos años después con Mission laser; en 1991 le siguió otro indicutible clásico: Showdown in Little Tokyo, continuó en la fama un año después con Rapid Fire; y finalizó prematuramente su vida con The Crow en 1992.


El altar

Brandon Lee camina a través de un largo trecho de césped, a lo lejos se vislumbran árboles y mucha vegetación. Surgen lápidas frías a cada paso que da entre el suelo vívido. Su delgada figura se esconde entre gruesas capas de ropa multicolores: una chaqueta de cuero negro sobre una camisa de cuadros roja sobre una franela blanca. Camina mirando al frente mientras arrastra las trenzas de unas botas militares tobilleras.

Ante una multitud vestida de sombra se detiene, mira fijamente entre los rostros anónimos.

- ¿Dónde estamos?
- En el funeral de mi padre, Bruce Lee. Había muchísima gente, recuerdo que todos me rodeaban como grandes torres negras, sólo tenía 8 años. La gente murmuraba, a pesar de que era un funeral no se callaban; yo era muy pequeño para recordar lo que decían. Nunca olvidaré la cantidad de gente que había.

- ¿Por qué se mudó a Estados Unidos?
- Luego de la muerte de mi padre en Hong Kong recuerdo que teníamos que apartar a la gente, que se reunía fuera de casa todos los días, para poder sacar el auto y poder ir a la escuela. Mi madre, Linda, decidió que regresáramos a los Estados Unidos para que lleváramos una vida más tranquila… no sé si fue tan así.

-¿Era diferente EE.UU de China?
- Muy diferente, muy diferente… sí, recuerdo que todo era distinto, la escuela era muy extraña, la televisión era extraña, ¡uy!, la gente era muy diferente. Creo que a mi hermana Shannon le costó un poco más adaptarse a la cultura americana… más que a mí. Yo siempre me concentré en las artes marciales, seguir practicándolas fue la manera de estar en contacto con mis raíces chinas.

- ¿Por qué no regresó a Hong Kong?
- Pensaba hacerlo algún día; para ese entonces aún estaba muy joven para regresar.

-¿Se metía en problemas cuando era niño?
-No… bueno, no mucho, creo que lo normal (risas); los niños me molestaban tanto como a cualquier otro niño. Creo que tuve una infancia normal a pesar mi entrenamiento en las artes marciales, a pesar de que los periodistas nunca desaparecieron, a pesar de que el fantasma de mi padre, afortunadamente, jamás desapareció de nuestras vidas.

- ¿Era muy apegado a su padre?
-Sí, como cualquier niño. Mi padre comenzó a enseñarme kung fu apenas aprendí a sostenerme en pie. Los recuerdos que tengo con mi padre son de entrenamientos; en vez de jugar con carritos o figuras de acción, en mis memorias con mi padre estamos practicando patadas laterales. Mi padre fue mi maestro, aún es mi maestro.

-¿Esa es su madre?
- Sí, y mi hermana; fui el hombre de la casa muy pronto así que tenía que cuidarlas. Mi madre fue una mujer muy fuerte; y mi hermana, muy inteligente, aprendía rápido.

- Pero ella no practicó artes marciales.
- En casa no se consideraba que fuera una actividad para niñas. Era la única hija mujer de mi madre y ella nunca hubiese permitido que Shannon practicara artes marciales. Además, mi pequeña hermana tampoco estaba muy entusiasmada por hacerlo.


Operación Dragón

Lee se peina con una mano su cabellera negra que cae en grandes ondas hasta sus hombros; mira hacia el piso y no puede evitar dibujar una enorme sonrisa en su rostro. Muestra sus garrafales dientes blancos y suelta una carcajada escandalosa sin vergüenza.

Se mueve una grúa sobre su cabeza con una cámara cinematográfica de lente brillante. Un set colorido de China Town se levanta hacia el infinito, vuelan dragones grises y linternas rojas en el cielo. Salen al espectáculos centenares de extras y actores representando el caos habitual de en las calles del barrio chino de Nueva York.

-¿Quién es él?
- Dolph Lundgren, actué con él en Showdown little Tokyo; estaba tan emocionado por trabajar con él.

-¿Por qué se ríe?
- Porque era extremadamente alto, tenía que estirar mi cuello y mirar hacia arriba para poder verle a la cara (risas). Además estaba muy nervioso, yo no lo conocía, pero había escuchado tanto de él: trabajó con Sylvester Stallone y Jean Claude Van Damme. También era un experto en artes marciales, es decir, este tipo era un grande, ¿sabes?

- ¿Por qué comenzó a actuar?
- Mi abuelo era actor, mi padre era actor, creo que actuar estaba en mi destino; no fue algo que me cuestioné, siempre supe que era lo que haría. Afortunadamente yo no le tenía miedo a las cámaras.

- Su madre no quería que actuara.
- Es cierto, luego de que mi padre muriera creo que ella quería que nos alejáramos de esa vida. Pero ella debía respetar mi decisión, no había nada que pudiera detenerme.

- ¿Fue fácil comenzar?
- No, no siempre las cosas fueron fáciles. Tuve que comenzar bajo la sombra de mi padre, todos me comparaban con él, tenían unas expectativas diferentes a lo que yo tenía que ofrecer. Debía demostrar que mi padre y yo éramos dos personas diferentes; nunca pude liberarme completamente de la etiqueta del “hijo de Bruce Lee”.

- ¿Cree que tuvo éxito?
- No lo sé. Los primeros años fueron duros. Hacía muchísimas audiciones pero yo nunca era lo que buscaban, me decían que era muy joven, inexperto, que no había cabida para las artes marciales. Aún así siempre trabajé duro para obtener algún papel, siempre tuve en cuenta mis metas y sueños.

- Pero al final del día hay que llevar la comida a la mesa.
- Esa no era mi prioridad. A mis veintitantos tenía una fama en bancarrota heredada de mi padre. El peso de ser el hijo de Bruce Lee no era más que una carga muerta más que una virtud; la gente me conocía por eso… pero no me hacía famoso, no me daba dinero; era sólo una reputación equivocada.

Llegaba a casa con miles de cuentas por pagar y muchas deudas, yo vivía la historia repetida de los actores que van a Hollywood con esperanzas de grandezas. Nunca me he quejado de eso; aprendí mucho de esas experiencias.

- ¿Le costó desenvolverse profesionalmente?
- No, no realmente. Hacía lo que me gustaba la mayor parte de las veces: practicaba artes marciales lo cual era mi especialidad, me divertía mucho en las coreografía de las peleas, siempre quise participar en esa parte creativa de planificar luchas. Creo que mientras actué siempre demostré una parte de mi mismo; afortunadamente soy muy escandaloso e irreverente. No tengo vergüenza de hacer el ridículo.

- Nunca hizo papel de villano.
- No creo que luciera como un hombre malo (risas)… soy demasiado lindo para eso (risas). Bueno, no sé por qué siempre hice de héroe o del good cop, creo que realmente yo no daba esa impresión de villano; aunque hubiese sido divertido.


La maldición de los Lee

Lee enciende un cigarrillo, aspira rápidamente y expira profundo una blanca bocanada de humo como una nube expedida por un dragón mágico antes de escupir fuego. Vuelve a peinar su cabello con sus dedos y se toca el arete en su oreja.

El cielo se torna negro y la ciudad se transforma en ruinas cubiertas por grafittis desteñidos. Surge un vapor fantasmal de las alcantarillas mientras una brise helada se hace presente. Las criaturas de la noche salen para completar el escenario punk de una ciudad que ha sido abandonada por la fé.


- Esa sonrisa suya debe ser un imán para las mujeres.
- Lo es. Pero yo no tengo ni el más mínimo interés en las mujeres a quienes sólo le atrae mi físico.

- ¿Se ha enamorado?
- Sí, una vez, antes de irme. Fue amor a primera vista, me enamoré de Lisa (Eliza Hutton) en cuanto la vi. Ella trabajaba en una empresa de casting, no le impresionaban los actores ni los niños lindos; me costó mucho conquistarla.

- ¿Estaba nervioso?
- No, de hecho estaba muy emocionado, ¿sabes? Sentía una ola de adrenalina, estaba ansioso; no nervioso. Quería impresionarla, por eso creo que pequé de egocéntrico y ególatra frente a ella. No pude controlarme, hablé mucho…. y muchas estupideces.

- ¿La conquistó?
- Sí (risas), nos íbamos a casar después de terminar de filmar El Cuervo (The crow). Ella fue la única que decidió encargarse de “este desastre”… soy un desastre. Todas las chicas anteriores querían cambiarme, ella me aceptaba como era.

- ¿Cree en la maldición de su familia?
- No, mi padre murió muy joven por accidente; un día cerró los ojos y nunca más los abrió. Así nada más. Es lo que siempre he creído desde niño; no tiene nada que ver la mafia china ni conspiraciones. Lo mío fue otro accidente, una casualidad… más joven que mi padre, a los 28 años. Qué poético, ¿no crees?

- ¿Por qué tomó ese papel en El Cuervo tan diferente de los anteriores?
- Es el mejor guion que he leído. Era sobre un hombre profundamente enamorado que vuelve de la muerte para vengarse de lo que le hicieron a él y a su prometida. Me sentía muy identificado con el personaje de Eric Draven. Ambos estábamos enamorados, ambos pelaríamos hasta el final por lo que amábamos, y estoy seguro de que yo también volvería de la muerte por amor (risas). Es una historia hermosa, la verdad.

- Pero él es un asesino.
- No creo que fuera una persona mala sólo por buscar venganza, por aplicar justicia en un mundo donde lo justo se había desvirtuado. Es un concepto hermoso el cual este vengador aplica justicia y de alguna manera reivindica lo que verdaderamente es importante: el amor. Es un héroe.

- No es el Hombre Araña ni Superman.
- No, es otra clase de héroe: es el representante de quienes de alguna manera somos diferentes, que vivimos en las sombras, que nos rehusamos a seguir a la multitud… sólo seguimos nuestros sueños. De alguna manera me sentí como un súper héroe al interpretarlo.

- ¿Se siente cómodo aquí?
- Muy cómodo, puedo hablar con mi padre cuando quiera y conocerlo mucho mejor. Aquí te das cuenta de que no existe nada trivial, ni siquiera los detalles. Puedes ver veinte puestas de sol y te das cuenta que ninguna es igual, todas son únicamente hermosas… es algo ilimitado, infinito, más allá de uno mismo.

- ¿Extraña a su familia y amigos?
- Sí y no; los extraño pero no siento melancolía. Los volveré a ver a todos.

- ¿Recuerda su último día de rodaje en El cuervo?
- Era la 1 de la madrugada; estaba agotado. Michael Massee en el personaje de Funboy debía dispararme; recuerdo el sonido del arma: un gran ¡bum! que aturdió mis oídos. Caí al piso y no pude levantarme, creía que era porque no tenía fuerzas por el cansancio. Me quedé un rato con los ojos cerrados hasta que ya no estuve cansado.


Lee es representante bastardo de la “Generación X”, la misma prole que vio crecer a Kurt Kobain, quien tuvo un fin igual de trágico; auspiciante del escritor Bret Easton Ellis y su American phsyco: el asesino cool que se convirtió en ídolo pop y le dio otra dimensión a los best sellers; la familia que acobija a todos los desterrados con piercings en el ombligo y tatuajes en el antebrazo. Es un héroe atemporal de la secta de los valores reinventados. Actualmente es un santo de las subculturas de culto a las tendencias góticas.

Hoy Brandon Lee tendría 45 años.

1 comentario:

Mephistofeles Luna dijo...

"Somos maniquíes noctambulos, terribles, singulares, igual que los sonámbulos porque tenemos esa virtud sublime de acunar el dolor..."

Hola, me gustaria que echaras un vistaso a mi blog: EL SUICIDIO MENTAL.
www.elsuicidiomental.blogspot.com

Espero sea de tu agrado. Exelente Blog el de Ustedes. Felicidades.


Mephistofeles Luna