Su voz retumbó por toda la sala. Acto seguido, se llevó una mano a la frente y soltó:
-Sí, la quieres tal y como tanto te empeñas en demostrar, deja que se quede, ella aún no esta preparada para el gran sacrificio que conlleva ser tu esposa. Tán sólo es una muchacha, te prometo que cuando este preparada, me encargaré personalmente que vuelva con su esposo docílmente. El amor no debe ser impuesto, es algo que va surgiendo como los petalos de una flor, dale un poco de tiempo y al menos aprenderá a sobrellevar su convivencia con vos.
El caballero miró a su joven esposa. Yacía agotada en el suelo, con sus largos y hermosos cabellos extendidos al igual que su vestido. Estaba claro que sentía algo realmente fuerte por aquella muchacha, algo que jamás había sentido por nadie. Guardando su espectacular y seguramente poderosísima espada, se alejó. El gran sabio respiró hondo y se acercó a la muchacha, con suma delicadeza la levantó del suelo y se la llevó en brazos a otra sala, algún dormitorio.
-¿Ves? Esa muchacha nos traerá problemas. -Sentenció otro gran sabio con cabellos oscuros como la noche y tan largos que le llegaban más allá de la espalda.
-No tiene por que ser así, Lugandy es famoso por su gran capacidad de persuasión. Ese hombre no volverá hasta que pasen, al menos, unos cuantos años más. -Defendió tranquilamente otro gran sabio, curiosamente mujer, con cabello oscuro, corto y gafas de cristal adaptadas de modo curioso a su rostro.
La llegada de la muchacha fue como minimo toda una sorpresa. ¿Una muchacha había logrado llegar hasta ellos, Los cinco grandes sabios? Increible pero cierto. Desde ese día, a pesar de las negativas de uno de ellos, aquel que se convertió en el maestro de la magía negra, ella se instaló a vivir junto a ellos. Eso sí, siempre custodiada por aquel que le permitió quedarse. Pero el colmo fue que una muchacha, una mujer, practicase y conociese al dedillo hechizos tan poderosos como los suyos. Ulcies, sin embargo, la apoyó todo lo que se vió habilitada a apoyarla. Vivían una epoca difícil pues la mujeres debían casarse y aprender a llevar por bien camino a sus hijos, la magía y muchas otras cosas sería un privilegio innecesario pero que gracias a damas valientes y con talento para ello iría siendo un realidad palpable para las mujeres a lo largo de los años. Por eso, Ulcies, la primer de Los cinco grandes sabios, a menudo no se involucraba en los asuntos de los otros pero aquella muchacha le suscitó curiosidad, al igual que ella, había aprendido magia por sus propios metodos y al igual que el gran Luo Graon era capaz de curar a la gente de las dolencias más terribles. Era fascinante y quizás por ese motivo, su compañero, el gran mago Shazard Lugandy, por una vez, dejó a un lado el protocolo y decidió tenerla como ayudante.
Cuando cada uno de ellos se alejó y no volvieron a estar juntos, quién sabe, debido a aquella particular muchacha. La llegada o mejor dicho el abandono por parte de uno de ellos, le trajó noticias muy interesantes a Ulcies, quien quisó de primera mano, encontrar al que formaría parte de su grupo, antes de morir, descubriendo que era el hijo de aquella muchacha. El destino, un tipo con un sentido del humor muy particular.
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