En la ansiada y odiada dos veces Soledad,
encuentro la vía tortuosa hacia la Verdad.
¿Quién más que la Soledad
me enseñaría los verdaderos rostros
que se reflejan en los Espejos siniestros de mis deseos?
Me alegra estar al ritmo de los cánticos antiguos
sin tu compañía oh temible y lejano Sueño,
puesto que en los aposentos de la Oscuridad
sola y real me encuentro,
sola y por completo grávido es mi espíritu, sólo soy yo.
Y leyendo al francés impronunciable a mi ignorancia
recorro los mundos únicos que me acompañan:
mi eterna pareja la Soledad,
mi entrañable realidad mi Impotencia.
Ya no soy más la que ansía,
no soy más la que quiere...
Sólo soy la que marcha entre la lluvía en los días siniestros
de esta truncada ciudad,
la que camina sin más refugio que los huecos de la Sociedad,
la que habla sin pronunciar más que un saludo vacío,
un insulto enardecedor.
Y aunque camine sin destino pactado,
aunque luche sin Metas escritas,
seguiré buscando el Elemento Primigenio
que no encontré en los Sueños optados,
-desquiciados Sueños!-
me vestiré de la Noche,
y en el día opaco de tus Venidas impías,
cubriré cada partícula de mi piel
con la terquedad del Orgullo,
con el dolor del rechazo impuesto y no pensado.
Ja... Qué inclemente puede ser el Cielo...
Pero realmente malvada es la Naturaleza Humana,
e irremediablemente destructora la esencia del Mundo.
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