sábado, abril 03, 2010

Sentimientos atrapados



Era un gran día, todos se arodillaban ante él y aunque a él le complacía ese gesto, en realidad no era lo que más deseaba. Las jovenes sacerdotisas, rescatadas y acogidas, echaban flores a cada paso que él daba, a él le complacía pero no era lo que más deseaba. Él, para ser un día tan maravilloso, no se sentía realmente entusiasmado, más bien, se sentía ciertamente desanimado, como si le faltase algo. Ciertamente, algo le faltaba y puesto que jamás lo recuperaría, debía mantener la calma y disfrutar de tan especial día. Lo intentaba, lo intentaba con todas sus fuerzas pero la tristeza lo consumía. Acabada la celebración, sentado en el lugar que todos los ciudadanos le había asignado, con una mano llevada a la cabeza, despeinando su lacio y oscuro cabello, meditaba... Había tantas cosas que había conseguido, triunfos colaterales, que sin embargo debido a una destructiva e inparable obsesión le habían alejado de otras. Leves pero intensas lagrimas recorrian su rostro. Ese rostro joven y de hermosos rasgos, que curiosamente los años no habían cambiado ni un poco, un rostro que le daba un aspecto dulce a la vez que duro y calmado. Sí, en la soledad y la eterna y desafiante oscuridad, se encontraba el hombre, que para todos era el indicado, tanto para gobernar como para proteger ese extraño país, un país lejano y abandonado hasta que él, como caido del cielo, llegará y aún así este hombre, este poderoso y enigmatico hombre, se sentía, quizás tras muuuchisímo tiempo, abatido y arrepentido. No, por los males que hubiese ocasionado su obsesión, sino por su ingenuidad, tanta busqueda y tanta maldad para luego acabar peor, solo e invidente como al principio. Sí, era su momento más doloroso, despertar de un largo y conflictivo sueño para descubrir que en verdad no había logrado nada, nada bueno. Sí al menos tuviese a su lado a alguien, alguien al que estrechar y pedir disculpas, quizás su tristeza sería más ligera. De repente, escuchó unos pasitos, que cada vez se hacían más cercanos. Inmediatamente se secó las lagrimas e intentó mantener la compostura pero para cuando quisó reponerse, unos finos pero firmes brazos le rodearon y el contacto fue tan agradable. Una pequeña señal de compasión. Su mente se lleno de recuerdos, recuerdos muuy hermosos y que al parece hacía tiempo que se habían quedado atrás y aunque su mente por un momento se colapsó creando una leve confusión en la mente de él, él se sintió feliz, como hacía tiempo que no se sentía y dijó, tal cúal sentió, con una sonrisa y más lagrimas:
-Gracias, a pesar de todo aún te tengo a ti, Zelgadiss...

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