En el Jardín de lo Salvaje te sigo.
Sigo los aromas de la primavera pasada,
recipiente divino de misterios, bondades.
Mis ojos se posan en tí, colores,
como en objetivo prohibido,
y soy arco, soy flecha, y te sigo.
Entonces, engaño al Viento
y convierto cuerpo en aliento,
bendición ser negado en tu boca
volar hacia tí, pretender besar tu cuerpo.
Al final, arremetiendo, al pretender ser Viento,
la fuerza de mis alas, inclemencias de Invierno,
rompe aquellos ojos, dulce boca, frágil cuerpo,
y dormido pues ya sobre los jacintos de aquel cuento
yo quedo alejado, castigo del Tiempo.
viernes, marzo 16, 2012
sábado, marzo 10, 2012
Eros I
Sin querer le hacia cosquillas en el alma
Mientras, ella reía muda
Como una estrella en llamas que había caído al mar
Etiquetas:
infiernodejuguete.blogspot.com,
Migalcaher,
poema
jueves, marzo 08, 2012
Ayer
Cuando pasó un día no me preocupé; tampoco me acordé de ti. Tal vez solo un poco, y entonces sonreí. Entre sonrisas incógnitas y leves movimientos de mi cabeza, cerré mis ojos y pensé que todo fue comparable a un juego de niños. "No te extrañaré, todo se olvidará, nada pasó"; pensé.
Otro día murió y la noche cubrió el vestigio de mi ser, como siempre, anocheció y me desdibujé en un fantasma. Comencé a extrañar tu mano sobre mi pecho, tu pierna sobre las mías, tu respiración agitada, tu sutil tacto. Estabas tan asustado y yo tan deleitada. Entonces sonreí... aún no lloré.
Al tercer día amanecí extrañándote; dándome excusas sobre lo que hiciste crecer en mi. No es amor obviamente, entonces qué es; me pregunté. Me escondí entre las sábanas y te imaginé. Te reviví. No, no es amor, tristemente. Ojalá estuvieras aquí.
Entonces, al cuarto día me hablaste de tonterías. Yo sabía que me querías decir algo más; pero esas palabras no llegaron. Y tu te fuiste, miedoso. Yo no quise ponerte en evidencia, ni molestarte, ni alejarte, ni incomodarte porque te quiero. Tu te debes respuestas, y aunque mi conciencia está descaradamente limpia, te extrañé.
El quinto día me hice una taza de café, muy fuerte y dulce. De repente te recordé... Lloré. Me puse nerviosa, ansiosa. Apagué las luces, subí el volumen de la música y bailé hasta desfallecer. No pude ver mis lágrimas, ni siquiera sentirlas. "Por qué estoy tan triste", grité. No dormí... te imaginé. A ti y a otros verdaderos y falsos. entonces comprendí.
Al sexto día me di cuenta que escribí estas líneas como si viviera en el futuro solo para no colocarme en el presente y darme cuenta que vivo en el pasado. Por qué te extrañé si no te amé. Nunca te amé. No te amo. Pero quisiera saber si llegaría a amarte. Ahora entiendo.
Temblé de temor.
Etiquetas:
Andrea Rebolledo,
ensayo libre,
prosa
Suscribirse a:
Entradas (Atom)