Estaba frente al espejo cuando la percibí.
Una tenue tenue marca, tan tenue como dibujada.
Pensé que mis ojos fallaban y acerqué la pobre luz que acompañaba mis cavilaciones.
Allí estaba, en mi rostro pálido por tu ausencia.
Y entonces una parte de mí se observó así misma con paciencia.
La otra, miró apesadumbrada su propia miseria.
Oh Tiempo impaciente, indecible Tiempo, tortuoso Tiempo, Tiempo mentiroso.
Me has dejado en aquella calle vacía, vacía sin nada.
¿Vacía yo, despojado mi Mundo... o carente la Calle, el otro Mundo?
Cuán desolada me dejas hoy en esta calle sin nada.
Sólo huellas de lo que te has llevado, lo único que me haría sonreír.
Contemplo de nuevo mi rostro, ya no es más blanco, es gris.
No brilla como la Noche, sólo quedan grietas y caminos.
Oh Recuerdos compañeros, abandonados recuerdos, idos recuerdos, recuerdos consumidos.
Son los recuerdos estos trajes de gala horadados por tus besos absolutos, omnipotentes.
Son los recuerdos estos encajes que ya no respiran, esta mascada que me acompaña con su aroma a olvido.
Olvido, cura anhelada a estos recuerdos... ¡Tan poco abrazada!
Ya no brillan más estos ojos que soberbios y rebeldes a ti fueron, hace mucho Lunas.
Ya no habla más esta piel, que en ti... ha dejado todo lo que era.
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