No era ni el lugar ni la hora más indicados para estar alli, todo a su alrededor parecía sacado de una pelicula de terror, el circo que un día ilusionó a todas las ciudades del país apenas se mantenía en pie, algunas letras del cartel había caido hacía años, los roulots estaban sucios y les faltaban alguna que otra rueda, todo era tan deprimente pero conocer la historia del circo era lo que lo convertía en algo realmente espeluznante. Entre las sombras y la gran cantidad de desecho algo o más bien alguien comenzó a moverse, muy despacio, silenciosamente hasta plantarse por la espalda de uno de ellos, de los incautos que había aceptado la apuesta, no hicieron falta palabras para hacer que uno de ellos al ser tocado levemente por la espalda, chillará como una niñita asustada. Cuando ambos se dieron la vuelta, ahí estaba él, ese tipo extraño del que todo el mundo de los bajos fondos, incluso de los altos, hablaba, "El payaso psicópata". No era como habían previsto, era muy alto, delgado, con una espantosa sonrisa, piel blanca y muy elegante a pesar de vivir en un circo hacía años abandonado, era como mirar al diablo a la cara pues su expresión era inalterable pero sus ojos sí, sí que expresaban mucho, eran como dos gemas verdes intesamente brillantes y su pelo era verde pero no un verde brillante no más bien un verde sucio como el verde de cualquier pizarra muy usada. Estaban ante el mismísimo diablo, sí los rumores eran ciertos, pero ellos no se iban a acobardar, sólo era charlar un poco con él y quizás robarle algo que demostrase su valentia pero eran incapaces de articular palabra.
-¿Cuál va a ser el primero? -Dijo maliciosamente el payaso examinandolos.
Ellos se miraron realmente asustados, uno, el que parecía el jefe tragó saliva y murmuró:
-Señor, nosotros venimos a traerle problemas, sólo queremos... Conocerle un poco.
El payaso se encogió de hombros, ellos volvieron a mirarse, esta vez esperanzados.
-Definitivamente serás tu el primero.
Y soltó una risotada tan aguda y cruel que provocó que unos cuantos cuervos salieran de sus escondrijos. Fue rapido, cruel y muy divertido. Les pilló por sorpresa, fue fácil derrumbarlos, los arrastró a su viejo roulot, el más grande y no sólo se aseguró de dejarlos bien muertos, no, para ser presentados debidamente debía tener una sonrisa, con que no tuvo inconveniente en rajarles y dejarles bien visibles parte de sus mandibulas pero y ya para apurar un poco les sacó algunos organos, los organos más interesantes que encontró pues esa clase de hombres no parecían ser más que unos borrachos idiotas dispuesto a morir por demostrar su valia o más posiblemente por un par de monedas. A la mañana siguiente fueron encontrados por la ya muy mayor dueña del circo, aún pasaba por allí, dos pajaros de un tiro pensó el payaso...
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