miércoles, agosto 03, 2011

FanFic Slayers ROJO RELATIVO



Este MARAVILLOSO dibujo no es mio y creo que eso resulta bastante obvio XD Es de una gran artista y fan de Slayers conocida como EugeneCh ^^ De mis FanArtistas favoritas ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Esta historia va a ser un FanFiction de Slayers ^^ Espero que os guste y bueno sabed que algunas cosas las he ido deduciendo o imaginando por mí misma pero muchas otras han ido saliendo gracias a otros FanFics que he ido leyendo, me han gustado y he considerado muy buenos. Hay personajes mios pero secundarios y uno que pertenece a QP/Diana. Si lo menciono directa o inderectamente es porque... Es un ayudante o aprendiz de Rezo en su historia ^^'

Los demás personajes son creación de Hajime Kanzaka al igual que Slayers y tal... Por último, historia narrada en primera persona ^^


Transcurridos ya cinco o seis años desde que trajese conmigo al pequeño Zelgadiss, sentía que ya no podía dejar pasar más tiempo alejado de mis investigaciones pero aún era pronto, pronto para involucrar a Zelgadiss. Tampoco podía desatenderlo en exceso pues Zelgadiss se encontraba en esa edad egoísta e inquisitiva en la cúal los niños comienzas a aprender y a adquirir sus primeros principios de comportamiento. Como caidos del cielo, cada uno de mis aprendices, llegaban a las pocas semanas de que otros se marchasen, por propia voluntad o debido a que la formación que les había brindado ya había finalizado. Parnassus, uno de los más mayores, barajeaba la idea abandonar la mansión. Ya conocía y poseía el dominio necesario dentro de la magía blanca y aunque le ofrecí alargar su estancia para que estudiase magía astral el joven con gran gratitud y meditadas palabras rechazó mi oferta. Perdonadme si mis palabras suenan crueles pero sinceramente tampoco lloré su partida con gran intensidad, Pernassus era un aprendiz y un ayudante excepcional pero nunca fue el único. Para Zelgadiss su partida si fue un duro golpe. Zelgadiss, muy a mí pesar, se encariñaba demasiado con mis aprendices. Especialmente había dos o tres a los que apreciaba con mayor fervor y entre ellos estaba él. Los viajes que retomé no sería por tierras muy lejanas, por lo que no durarían muchos días pero para Zelgadiss eran unas temporadas de ausencia difíciles de llevar. Sinceramente en un principio no formaba parte de mis planes llevarlo conmigo pero cuando una de las ayudantes me lo sugerió preocupada por Zelgadiss, tuve que ceder.

-Nosotros podemos ocuparnos de él, no es problema, pero ¿no cree que pasa demasiado tiempo solo y en la masión? -Me expondría con lograda elocuencia. Era una ayudante demasiado madura para su juventud. Probablemente debido a que de niña se vió obligada a atender a algún familiar enfermo o de algún hermano menor. Su voz era agradable, incluso cuando adoptaba un aire mandón.

-Tienes mucha razón. -Admití. -Será bueno para él conocer mundo. -

-Y hablar con otras personas. Seguro que a nosotros nos tiene ya muy vistos. -Añadiría burlona antes de retomar de nuevo sus tareas. Sus pasos se escuchaban a la lejanía tán seguros y rapidos como los de alguien que hubiese salido airoso de una disputa o trás una victoria. Cuando Zelgadiss fue informado, su pequeño y frágil corazón latería lleno de incontenible alegría. Pasar las largas tardes de invierno dentro de la mansión, pintando o leyendo estaba bien pero llegada la primavera y luego el verano, las actividades adentro se volvían tediosas y repetitivas. Al fin y al cabo, era un niño, un niño más activo e imaginativo de lo que uno pudiese haberse supuesto. Parnassus y Ferrisian le llenaban la cabeza de leyendas y aventuras increibles pues ellos, tán habiles como ingeniosos, eran los encargados de traer comida a la mesa. Uno con sus flechas magicas y el otro con su larga espada. Pandora, hermana de Parnassus, tampoco parecía tán indefensa como las personas videntes creían. Era capaz de utilizar algunos conjuros de magía negra sencillos pero muy efectivos. Claro que ella prefería la cocina. Los otros, por ejemplo, uno de lo,s más jovenes, Cliff, era muy inteligente y gustaba de jugar al ajedrez contra mí. Claro que todos, aún teníendo ocupaciones particulares en la mansión, si eran llamados, dejaban sus esas tareas para escuchar mis instrucciones. De vez en cuando, si consideraba que sus esfuerzos y sus modales eran adecuados, les permitia salir y tener algo de tiempo para ellos pero como bien les advertía antes de marcharme a los que se quedaban guardando la mansión y estudiando, mi ausencia fisíca no debía representar para ellos una libertad, todo lo contrario pues siempre acababa enterandome de sus peripecias. Escarceos y jugarretas que no salían del todo bien, divertidas y atrayentes para Zelgadiss pero con castigos muy severos. Que Parnassus se marchase dejó a Zelgadiss sin esa posibilidad morbosa de inflingir algunas normas como la de salir de la mansión sin decirmelo previamente. Crystal, la ayudante que me recomendó llevarme a Zelgadiss a algún viaje, al pasar más tiempo con él o cerca de él sabía que la marcha de Parnassus lo había entristecido mucho.

-No conozco a ningún otro hombre que ame y respete más. Ir con vosotros será muy bueno para él. -Le comentaba al aprendiz que pensaba llevarme como ayudante y lazarillo mientras preparaban juntos un humilde equipaje en una bolsa oscura de lana.

-Es verdad. Seguro entre el maestro Rezo y yo lograremos que supere lo de Parnassus. -

Hay que supesar los acontecimientos. Suceden cosas devastadoras pero luego pueden suceder cosas grandiosas. Eran viajes sencillos, por lo que ni mis ayudantes ni el propio Zelgadiss sospechaban nada y cuando comenzó a hacerlo, ya se vió muy metido en ello.

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