Como ya sabreís o podeis adivinar, me gusta contar historias desde puntos de vista diferente pues cada personaje al igual que cada persona tiene distintas percepciones de la realidad debido a sus diferentes personalidades o vivencias pero es más común escribir en tercera persona, es decir contar los hechos de un modo imparcial. Probaré a escribir algunas cosillas, FanFics, en ese plan. Leer el FanFic de QP Diana hace que nazca en mi esa necesidad XD Bueno, a ver que me sale... Ah, tranquis que no me voy a copiar ni me voy a poner a plagiar...
Sabía perfectamente que aquel enfrentamiento no era necesario. Mis hombres acatarían mi orden de obeder a Zelgadiss les gustase o no. Me temían tanto que ni siquiera eran capaces de exponerme sus quejas o dudas. Ese enfrentamiento no iba a ser otra cosa que un mero entretenimiento. Estaba claro que el hombre-bestía, Dilgear, detestaba al joven pues lo concebía como un rival, alguien que le arrebataría las dotes de mando. Dilgear era tán orgulloso, le encantaba ser el cabecilla, obligar a los demás a cumplir mis ordenes. No sabría explicar con exactitud el motivo pero cuanto más arrogantes eran mis hombres, más me gustaba humillarles. Zelgadiss y Dilgear poseían una personalidad similar. Muy orgullosos, introvertidos y con gran astucia a la hora de poner en practica una misión, sin duda, muy talentosos con cualquier arma blanca. Comentar que Zelgadiss ocuparía su lugar, lo volvería contra mí asi que trás una leve charla con uno de los "muchachos" tracé esa malevola pero interesante idea en mi mente.
-Nonsa, podría preguntarte algo. -Le pedí mostrandome bastante jovial. -¿Es cierto eso de que Dilgear y Zelgadiss se odian? -
Nonsa, cuyo olor y apariencia solía molestar a los otros bandidos, debió de sorprenderse al recibir atención por mi parte, la de aquel que mandaba sobre Dilgear, su jefe y los demás. Ya que su voz no sonó muy clara que digamos. Mirandome con sus grandes ojos, llevandose una de sus pequeñas y temblorosas manos hacía lo que habría sido un mentón, respondería duditativo:
-Oh Señor Rezo, no creo que deba Ud preocuparse. Es posible que Dilgear todavía no acepte del todo a Zelgadiss pero no se odian... -
-¿Estás seguro? Algunos de tus compañeros comentan que Dilgear y Zelgadiss han mantenido disputas muy violentas recientemente. -Le insistí.
Nonsa se esforzaba por ofrecer una realidad edulcorada. Temía que lo que pudiese decirme le trajese problemas al encontrarse con esos dos.
-¡Se lo aseguro! Nunca han llegado muy lejos en sus peleas. -Me indicó energicamente seguramente agitando sus puños hacía abajo. Esboce una gran sonrisa y concluí la conversación diciendole:
-Gracias Nonsa, me desagrada mucho que mis hombres no sean capaces de convivir. -
-Siempre a su servio, Señor Rezo. -Se despidió él al verme dar los primeros pasos hacía otro lugar. Nonsa podría presumir ante los pocos compañeros que le consideraban un amigo que el mismisímo Monje Rojo se había dirigido a él y que habiamos mantenido unas palabras aquella noche en el gran salón en el cúal comían y eran reunidos para escuchar nuevas ordenes. Zelgadiss no saldría de su habitación, no mientras Dilgear se encontrase por el amplio salón. En la soledad de su habitación, escuchando todo tumbado sobre su sencilla cama el jaleo que formaban sus camaradas al deborar con ansiedad sus platos y llenarse sin cesar sus vasos de cerbeza, Zelgadiss sintiendo un agujero en el estomago debía de estar recriminandose el ser tán cobarde pues ninguno de sus compañeros tendría el detalle de llevarle ni un misero trozo de pan.
-Al fin y al cabo, yo no quiero ser el jefe de estos tipos... -Murmuraba acariciendose la barriga, como si eso bastase para calmar su hambre. -Yo sólo quería que todo el mundo viese que era tán bueno o incluso mejor como esos jovenes que acudian a los torneos en pos de ser elegidos por un caballero. -
Me encontraba frente a Rezo, el llamado con admiración, respeto y gran temor por parte de los bandidos Monje Rojo. Se había enterado de mi mala relación con Dilgear. Dando un paseo por los alrededores de la hacienda en la que vivía junto con los otros bandidos, Rezo insistía en que escuchase la gran idea que había tenido para solucionar nuestras diferencias.
-Él te ve como una amanaza. Sabe que tarde o temprano tendrá que ponerse a tus ordenes, lo cúal le convertiría en un bandido más. Es una cuestión de poder, ¿comprendes? -Me explicaba demostrandome una vez más lo engañosa que era su apariencia. Él si que realmente poseía talento para ser el jefe de una banda de maleantes. De cualquier banda que se le antojase. Yo asentía diciendo:
-Justo lo que yo pensaba pero yo no quiero arrebatarle ese privilegio. En realidad yo ni siquiera quiero esto. -Añadiría sincerandome, quizás, en exceso.
Rezo arqueó una ceja mientras giraba su rostro hacía mí. Me sentí inseguro, temeroso de que mis palabras pudiesen herirle. El era lo más parecido a un padre y lo más parecido a una madre que había tenido. Me acogió en su hogar, se ocupó de darme ropa, alimento y saber. Muy pocos bandidos sabían leer y escribir. Pocos bandidos dominaban la espada como se debía utilizar, es decir, tál y como se aprendía en Esgrima. Incluso en mi nueva vida y con mi nueva apariencia debía sentirme afortunado y agradecido. Bajando la cabeza, rectifiqué mis palabras:
-Pero si asi es como he de vivir ahora, así viviré. -
-Puesto que Dilgear cuenta con el apoyo de todos los bandidos, se me ocurrió hace poco mostrarles que tú también posees excelentes talentos. Con fortuna, al ver todo lo que eres capaz, comiencen a valorarte. Tanto o más que a Dilgear. -Diría al cabo de un rato, para mi consuelo, ignorando mis sinceras palabras. Como aquello captó mi curiosidad y la esperanza de ser totalmente aceptado había vuelto a mí mente, pregunté:
-¿Cómo? -
-En un duelo contra Dilgear. -Me aclaró sin tardanza.
Me quedé sin aliento. Si desde la última discusión que mantuve con él no me atrevía a estar cerca de las zonas que él frecuentaba, ¿cómo iba a atreverme a enfrentarme a él? Me negué pero Rezo en pocas palabras me convenció.
-¿Acaso no quieres demostrar ante tus compañeros que eres mejor que ellos y el propio Dilgear? -
Acabe lanzandome al precipio sin pensar. Cosa que siempre me trae graves consecuencias. Una sonrisa misteriosa se dibujó en el rostro de Rezo.
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