NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Jo he encontrado unos cuantos FanFics buenísimos relacionados con personajes de CLAMP que me han encantado y que, al igual que pasan con los de Slayers, me han inspirado y animado a escribir los míos propios ^^ Pero nada de copias o plagios eh, que cada persona puede tener una concepción bien distinta de los mismos personajes ^^ De Yuuko y Clow no sé mucho pero con lo que sé y he leido, espero que os gusten sus encuentros y desencuentros ^^
Yue, el guardian creado a partir del poder de la luna, no apartaba sus azules y frios ojos de la mujer que tán tranquilamente paseaba junto a su amo. Kerberus, el otro guardian, creado con ayuda del poder solar, se encontraba sentado a su lado. La mirada que dirigía tanto a su amo como a la extraña mujer de negro en cambio no parecía tán distante y desconfiada como la de su compañero, todo lo contrario, le alegraba comprobar que su amo todavía poseía amistades.-¿A qué demonios habrá venido esa mujer esta vez? -Dijó el guardian cuya apariencia recordaba a la de un hermoso angel plateado. En su voz se aprecía fastidio.
-Sea lo que sea, al amo Clow le ha encantado. -Observó el guardian con aspecto de fiero león alado. Su observación fastidió aún más a Yue, que resoplando, optó por alejarse del rincón en el que se encontraban para vigilar a la mujer desde un punto más cercano.
Clow, creador y amo de ambas magnificas criaturas, no podía dejar de sonreir. La inesperada aparición de Yuuko Ichihara había llenado su aburrida mañana de entretenimiento. Clow era un hombre particular, al contrario que a la mayoria, le encantaban los acontecimientos imprevistos. Yuuko no era de esas damas que acudían a él por el mero hecho de pasar un ratito amistoso con él, si se había tomado la molestia de verle no sería por gusto. Las flores de cerezo, tán pequeñas y rosadas de la mayoria de arboles que disponía su amplio jardín caían suavemente sobre ellos al pasar cerca. Creando una agradable atmósfera.
-Qué hermosa. -Diría el mago interrumpiendo a la preocupada Yuuko, la cúal mientras paseaban le explicaba las dificultades que estaba teniendo en la tienda que Clow había preparado para ella. Ella le miraría entre perpleja y enojada.
-¡¿Se puede saber a qué viene eso de repente?! -Le preguntó, voz en grito, clavandole sus furiosos y hermosos ojos almendrados. -¡¿O esque no te importa lo que pueda pasarle a tu tienda?!
-Sin lugar a dudas, la flor del cerezo es la flor más hermosa que existe. -Fue la respuesta de Clow, el cúal parecía seguir inmerso en sus propios pensamientos. Yuuko se pusó de peor humor.
-¿¡Vengo a comunicarte que puedes perder tu tienda y te pones a hablar de flores!? ¡Dios, no sé ni porque me intereso tanto en la dichosa tienda! -Gritaría exigiendo a Clow tomar parte en el problema. Un problema al que no sólo ella debía hacer frente. Su hogar y principal fuente de trabajo hasta el momento estaba a nombre de Clow Reed sin embargo él la dejó al cargo cuando decidió dejarla con tán sólo una breve y enigmatica nota a modo de despedida. El mago, sin apenas alterarse, aún sonriente, le corrigiría con voz amable:
-Pues por un motivo muy sencillo. En realidad, porque es tu tienda. -
Yuuko lo miraría incredula, llevandose ambas manos al pecho, exclamaría, alzando su voz hasta llegar a un tono de agudeza insospechada en una dama de apariencia tán elegante y silenciosa como la que Yuuko poseía a primera vista:
-¡¿Mía?! ¡Qué dices! ¡Pero si en la escritura está a tu nombre! -
Clow se quedó por un momento sin decir nada, como si ya comprendiese el problema que Yuuko le estaba comentando y la futura petición que ésta iba a realizarle trás acabar de explicarselo. Pasandole una mano por el hombro derecho colocando sus ojos azul oscuro sobre la exaltada Yuuko, colocando la otra sobre su pecho, anunció:
-Yuuko, te aseguro que nadie te arrebatará la tienda. Es tuya y será sólo tuya. -
Las palabras y la firme pero protectora mirada de Clow provocaron una reacción insólita en la hermosa y excentrica bruja de cabellos y ropajes negros. Sus claras mejillas fueron tomando un suave color rosado que se intensificó en pocos minutos.
-Si tu lo dices. -Musitó. Su voz había perdido toda la fuerza y furia que momentos antes había mostrado. Pestañeó y sientiendose todavía observada por el mago hizo acopio por disimular y controlar esa inexplicable reacción que por un instante la había hecho perder el rumbo. Alejaría de un manotazo la mano de Clow de su hombro y añadiría retomando su habitual caracter:
-Pues... Entonces no hay más que hablar. Me voy a recuperar mí tienda. -
Alejandose a paso acelerado, Yuuko observó a Clow, que le dedicaría otra enorme y encantadora sonrisa a modo de despedida. Yuuko volvió la cabeza hacía delante mientras pensaba en lo extraño, irritante y atrayente que le era ese mago. Aquel que le había entregado la tienda en la que durante muchos años atendía consultas de todo tipo y compartía predicciones sin equivocos.
Apoyado, en lo más alto, en una rama de uno de los floridos arboles de su amo, Yue no se sintió tranquilo hasta que la temperamental mujer no desapareció de su vista. Las palabras que hubiese podido haber entre ella y su amo con las consecuentes reacciones de ambos le inquietaban. Sus rapidos ojos regresaron a la persona que le era de mayor interés. Su amo había comenzado a caminar hacía el interior de su formidable mansión. Al pasar ante Kerberus, el hombre sencillamente le sonreiría ladeando la cabeza suavemente, el guardian sin decir palabra le seguiría. Al entrar a la mansión, dejando algunas plumas plateadas a lo largo del breve vuelo, Yue encontraría a su compañero y a su amo en el despacho. Clow se encontraba hojeando unos papeles mientras Kerberus le observaba con gran atención desde su rincón, la zona que se adjudicaba como suya dentro de la gran habitación, cerca del alto sillón de cuero oscuro en el que Clow se sentaba apoyando sus brazos sobre la larga y sencilla mesa hecha de madera noble.
-Amo Clow, la mujer de negro... -Trataría de saber Yue pero Clow consciente de la dependencia de ese guardian en especial, le cortaría diciendo:
-No hay de que preocuparse Yue. -
-Pero, amo Clow, ella y Ud... -Insistiría Yue con voz temerosa.
-No hay de que preocuparse Yue. -Repitió Clow sin dejar de revisar los papeles que iba dejando en la mesa. -Tán sólo nos unen algunos asuntos. Nada más. -
Yue parecía querer saber más al respecto pero temía desagradar al mago, por lo que no volvió a insistir. Se sentaría a un lado en el suelo cerca de Kerberus en silencio.
-¿Lo ves? -Le susurraría Kerberus. -Tán sólo habran realizado algunos trabajos juntos. -
Yue no parecía del todo convencido y el guardian del sol lo sabía. A veces Kerberus no necesitaba preguntar para saber lo que su compañero sentía. Clow de vez en cuando les echaba un ojo. Eran como niños.