jueves, enero 20, 2011

FanFic Slayers REMEMORANDO


Cuando el monje llegó acompañado por el chiquillo, se formó un gran revuelo en todo el monasterio. El chiquillo, que no se apartaba ni un instante del monje, desagrado al abad de ese monasterio. Por mucho que el monje se disculpase, el abad no paraba de anunciarle a gritos que su desgracia se acrecentaría si el chiquillo se quedaba.
-¿Pero por qué? Tan sólo es un niño... -Preguntaba el monje, siendo el único capaz de pronunciar palabra pues los demás, que jamás habían visto al abad comportarse así, estaban demasiado sorprendidos.
-¡Claro, claro que tan sólo es un niño pero resulta que es el hijo de una bruja! -Le informó con los ojos desorbitados, moviendo las manos a gran velocidad.
-¡Condenación! ¡Nos ha traido la condenación! -Gritó uno de los monjes, con tanta desesperación, que todos temieron que se lanzase por algún ventanal. Trás esa pequeña demostración de lo que la ignorancia y el temor religioso provocan al unirse, el monje encaminó sus pasos hasta donde se encontraba el chiquillo. Junto a él, se encontraba el extraño compañero con el que llegó el monje. Al verle acercarse, el chiquillo, sin poder contenerse más, corrió a los brazos del monje. Con el inquieto niño cogido en brazos, siguió caminando hasta colocarse frente a su compañero, el cúal iba con una larga y oscura capa que lo envolvía totalmente.
-Dilgear, amigo mio, ¿crees que hice mal al traer a Zelgadiss aquí? -Preguntó frunciendo el ceño.
-¿Zelgadiss? ¿Así es como se llama el mocoso? -Quisó saber el hombre cuya voz dejó muy asustado al chiquillo. Una voz tán ronca que no parecía humana.
-No pero lo encuentro más adecuado dada su forma de comportarse. -Respondió el monje mostrando una dulce sonrisa.
-¿Quiere que sea totalmente sincero? En realidad creo que Ud jamás debió quedarse a convivir en un lugar como este. Por mucho que lo intente, ni Ud ni el niño encajan aquí. -
Las palabras de su fiel compañero fueron duras pero ciertas. Por mucho que se esforzase y por muy cauteloso que fuese, su lugar no volvería a ser entre las buenas gentes que formaban la iglesia. El chiquillo pudó percibir la tristeza que inundaba el corazón del monje, de aquel monje de ropas ropas que le sacó del hospicio y que le daría algo más que comida y ropas, por lo que extendiendo sus bracitos sobre el cuello del monje, mirando con enfado al hombre llamado Dilgear, exclamó:
-¡No digas eso! ¡Los santos viven en esta clase de sitios! -
Aunque eso animó al monje, el monje se sintió obligado a reprenderle. Dilgear sonrió contemplando a su nuevo señor tan feliz, tán radiante, emando una luz que llenaba el ambiente de calor. Dilgear, para contentar al chiquillo, tuvó que retirar lo anteriormente dicho.
-Realmente, el nombre que le has encontrado, casa con él. -Comentó Dilgear burlón y desplegando su finisímo oido, le indicó al monje que alguien se acercaba. La expresión del chiquillo al ver a aquella persona lo decía todo. Era una de las hermanas que se encargaban de los niños desamparados en aquel hospicio, lo cúal significaba que era hora de despedirse de aquel gran hombre y volver al lugar que le habían asignado. Tras una larga charla, Zelgadiss, o mejor dicho, Zackariass cambió de brazos.
-¿Podré visitarle? -Preguntó el monje rojo con una agridulce sonrisa pues su corazón se llenaba de gozo al saber que el chiquillo tenía un hogar pero también se sentía muy apenado al tener que separarse de él. La hermana no dijo ni que si ni que no.

jueves, enero 13, 2011

FanFic Slayers TOLEDAR

-Espere un momento y estoy seguro que lograré sorprenderle. -
Rezo se detuvo. ¿Qué podría ofrecerle que fuese tán interesante? El hombre viendole retomar sus pasos, con una retorcida sonrisa se dirigió al interior de su caravana. Rezo podía escuchar como el hombrecillo manipulaba una serie de objetos, freneticamente, como buscando algo especialmente para él. Cuando Rezo empezaba a creer que ese tipejo le estaba tomando el pelo, oyó los curiosos pasos del hombre acercarse. Sin dejar de sonreirle, el hombre colocó frente al monje rojo lo que parecía un gran libro. Rezo iba a posar sus manos sobre el pero el repelente hombrecillo apartó el libro exclamando:
-Antes me gustaría hablar de dinero. ¿Cúanto lleva encima? -
Rata retorcida pensó el tipo todo tapado por una oscura capa que además poseía capucha ¿intentas desplumar a mí buen Señor Rezo? Sus ojos le dedicaron una mirada fulminante mientras gruñía cúal mitad animal era. Rezo en cambio no parecía tan molesto por las vilezas del extraño comerciante, con suma calma le respondió:
-Sí no recuerdo mal acabo de recibir 10 monedas de oro. ¿Le parece bien? -
El hombrecillo le miró pensativo, el libro que le ofrecía era altamente valioso, el único objeto que valía más incluso que su propia existencia pero sintiendose intimidado por el acompañante del monje rojo, aceptó la humilde cantidad de oro de Rezo.
-No es lo que esperaba pero siendo un hombre de Dios, las acepto. -
Rezo, con fascinante rapidez tanto para Dilgear como para el comerciante, sacó una bolsita de piel que había guardado en la pechera que poseían las ropas de la orden en la cúal colaboraba aquellos días. Abriendola con ansiedad, el comerciante comprobó que el monje ciego no le engañaba pues siendo ciego, sería fácilmente engañado. Tras darle un leve mordisco a una de las monedas, el comerciante le entregó el libro.
-¿Acaso dudaba de mí palabra? No son muchas pero si son de oro. -Le comentó Rezo consciente de lo desconfiados que solían ser los comerciantes. Dilgear dejó de mirar a tan desagradable comerciante para dirigir sus ojos de lobo al objeto que Rezo había obtenido. No parecía nada del otro mundo, sólo un viejo libro. A pesar de eso, se sentía feliz pues sabía que a su señor le gustaban mucho, logró ser dueño de una magnifica colección, muy superior a la que cualquier otro erudito pudiese desear. Rezo posó una mano sobre la cubierta de oscura piel, deslizando sus dedos, le dijó a Dilgear con infinita felicidad:
-Es un libro. ¿Qué clase de conocimientos crees que albergará? -
Para Dilgear que un hombre ciego se emocionase siendo poseedor de un libro era ciertamente hilarante, de chiste pero Rezo no era como los demás ciegos por lo que le respondió:
-No lo sé, yo nunca he sabido leer pero estoy seguro que te será muy entretenido encontrar a alguien con el que compartir sus conocimientos. -
-Oh - Fue lo único que salió de los finos labios de Rezo al oirle confirmar lo que Rezo ya suponía pero no decía en voz alta para así no humillarlo. Rezo guardó lo mejor que pudó el gran libro y agarrando uno de los peludos brazos de Dilgear regresó a la abadía en la cúal había sido invitado a formar parte.
-Toledar es un reino curioso... -Oyó Dilgear menciar a Rezo caminando por los dorados campos.

miércoles, enero 05, 2011

No hay tiempo

Porque no hay tiempo para nada ni para nadie y vamos tan rapido a todos lados que hasta los conejos tienen que correr mirando un relog porque llegan tarde...
Metaforas escondidas en peliculas infantiles, cosas que no te das cuenta hasta que no eres mayor y comienzan a extrañarte...