lunes, diciembre 13, 2010

LITTLE CROSSOVER



Aquí teneís mis últimos prodigios y digo lo de prodigios porque me los he currado un montón. Espero que os gusten ^^
La joven pelirroja no pudó dar credito a lo que estaba oyendo. Aquel hechicero estaba de tratando de ayudar al tipo que les atacó, esa especie de hombre roca, con largas orejas similares a las de los elfos y ojos sanguinolentos. La joven parecía perdida pues tanto el hombre que les había ayudado como el hechicero parecían buena gente. El hechicero parecía seguir dispuesto a enfrentarse al gran sabio. Sus ojos brillaban y una sonrisa arrogante, propia de su edad, se dibujó en su cara. A la joven le hubiese gustado gritarle que no era buena idea desafiarle para ayudar a un monstruo pero de su boca no parecía querer salir ninguna palabra ni un minimo sonido. Por lo que su compañero agarrandola del brazo trataba de que saliesen del castillo antes de que la batalla comenzase entre esos dos. Ella no se lo ponía nada fácil, no quería moverse, estaba tán preocupada por ambos.
-Ve con él. Sería muy triste para mí que a una joven tán especial como tú le pasase algo malo. -Le aconsejó el hombre con una leve sonrisa.
-¡Exacto! ¡Si no vas conmigo, mejor largate! -Le gritó el hechicero preparando sus manos para lanzar un hechizo.
La joven mordiendose los labios esforzandose por no llorar, pues lo que pasaría a continuación no le gustaba y el hecho de no volver a ver a alguno de ellos, le ponía tristísima, terminó dejandose llevar por su compañero, su alto, atletico y rubio compañero, que echó a correr con tál velocidad, que la joven casi tropieza y cae al suelo varias veces. Ya lejos de aquella sala, llegando a la salida, comenzaron a oir grandes ruidos, debidos a las explosiones producidas al lanzar los conjuros más dañinos. Eso no ayudó mucho a la joven, cuyo desasosiego crecía, mirando, por última vez hacía atrás.
-No debimos aceptar su invitación... -Se lamentaba él llegando al pueblo que había más cercano.
Su compañera no dijo nada. Simplemente seguía andando a su lado por las estrechas calles de piedra. Estaba muy desanimada, a pesar de gastar gran parte del dinero que había logrado robando a unos ladrones, en la mejor habitación del único hostal que encontraron, seguía sintiendose mal. Jamás volvió a encontrarse con ninguno de ellos. Todo finalizó con la misma rapidez con la que empezó. La joven durmió toda la noche llorando.
Adiós Orphen, adíos Rezo.

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