sábado, diciembre 18, 2010

Solo letras FANFICTION

-Y bien, ¿vas a atacarme o no? Al fin y al cabo no soy más que un monstruo. -Exclamó lleno de rabia.
Me dió tantísima pena, aquel joven encantador e inquisitivo, ciertamente se había vuelto una criatura extraña. Emanaba un fuerte olor a muerte y su blanca aura ya apenas brillaba. ¿Cómo pudó llegar tán lejos todo esto? Respiré profundamente, escogiendo con cuidado las palabras que le daría, tratando de apaciguarlo.
-No, los monstruos han sido aquellos individuos que te han hecho esto. -Le dije avanzando hacía él. -Por eso, suelta a la muchacha, ella no tiene la culpa de tu desgracia. Haré todo lo que este en mi mano por ayudarte.
Era una situación delicada, tenía a la muchacha agarrada y seguramente, tenía el fino de su espada tán cerca del cuello de ella, que ante el mero movimiento de alguno de los presentes, él la mataría con suma rapidez. La respiración de la muchacha era calmada a pesar del miedo que le recorría por todo su ser. Por muy habilidosa que fuese con la magía negra, estaba con el agua al cuello. Dependía totalmente de mí, que él la soltase o la matasé. Si aquel extraño seguia siendo el encantador chiquillo que yo recuerdo, con las palabras adecuadas, la soltaría. Me aferré a esa ingenua posibilidad, por lo que seguí hablandole, mostrandome lo más piadoso y calmado posible, haciendole comprender que yo no era su enemigo, simplemente un amigo preocupado. Él, a pesar de su enojo, su rabia creciente, me escuchaba. Oh, milagro, logré desviar su odio y sus ansias de matar hacía mí, por lo que, con brusquedad, la liberó. Pudé oir como corría hacía la zona cercana más segura. La sala era grande, posiblemente llena de cacharros y viejas probetas, así es como suelen ser los laboratorios. Hubiese preferido que la muchacha no se quedase, lo que ocurriría no sería agradable para nadie. No iba a matarlo, podría haberlo hecho, mi magía y conocimientos son muy superiores a los que él poseía pero no hubiese sido capaz de hacerlo, moralmente me destrozaría. Más, él, con toda su furia, se lanzó contra mí, empuñando su espada. Ironicamente, la misma que yo una vez le regalé, por lo que concentré la energía suficiente en crear un efectivo hechizo que le detuviese. Tan sólo tuve que dar un leve golpe al suelo con mi baculo y cayó al suelo como un titére sin cuerdas. Daba esa triste sensación, la sensación de que hallacía muerto.
-¿No lo habrá matado? -Me preguntó la muchacha acercandose.
-No, tan sólo duerme. Sólo despertará cuando yo lo decida. -Le informe.
Ella suspiró aunque no estaba del todo satisfecha con mi respuesta. ¡Qué muchacha más desconfiada! ¿Formará parte de sus virtudes? Caminamos hasta encontrarnos con Rodimus, mi hombre más fiel o uno de los mejores hombres que he reclutado. Le pedí que llevase a la muchacha al pueblo más cercano mientras yo me ocupaba del, como acertadamente le había llamado ella, Hombre quimera.

lunes, diciembre 13, 2010

LITTLE CROSSOVER



Aquí teneís mis últimos prodigios y digo lo de prodigios porque me los he currado un montón. Espero que os gusten ^^
La joven pelirroja no pudó dar credito a lo que estaba oyendo. Aquel hechicero estaba de tratando de ayudar al tipo que les atacó, esa especie de hombre roca, con largas orejas similares a las de los elfos y ojos sanguinolentos. La joven parecía perdida pues tanto el hombre que les había ayudado como el hechicero parecían buena gente. El hechicero parecía seguir dispuesto a enfrentarse al gran sabio. Sus ojos brillaban y una sonrisa arrogante, propia de su edad, se dibujó en su cara. A la joven le hubiese gustado gritarle que no era buena idea desafiarle para ayudar a un monstruo pero de su boca no parecía querer salir ninguna palabra ni un minimo sonido. Por lo que su compañero agarrandola del brazo trataba de que saliesen del castillo antes de que la batalla comenzase entre esos dos. Ella no se lo ponía nada fácil, no quería moverse, estaba tán preocupada por ambos.
-Ve con él. Sería muy triste para mí que a una joven tán especial como tú le pasase algo malo. -Le aconsejó el hombre con una leve sonrisa.
-¡Exacto! ¡Si no vas conmigo, mejor largate! -Le gritó el hechicero preparando sus manos para lanzar un hechizo.
La joven mordiendose los labios esforzandose por no llorar, pues lo que pasaría a continuación no le gustaba y el hecho de no volver a ver a alguno de ellos, le ponía tristísima, terminó dejandose llevar por su compañero, su alto, atletico y rubio compañero, que echó a correr con tál velocidad, que la joven casi tropieza y cae al suelo varias veces. Ya lejos de aquella sala, llegando a la salida, comenzaron a oir grandes ruidos, debidos a las explosiones producidas al lanzar los conjuros más dañinos. Eso no ayudó mucho a la joven, cuyo desasosiego crecía, mirando, por última vez hacía atrás.
-No debimos aceptar su invitación... -Se lamentaba él llegando al pueblo que había más cercano.
Su compañera no dijo nada. Simplemente seguía andando a su lado por las estrechas calles de piedra. Estaba muy desanimada, a pesar de gastar gran parte del dinero que había logrado robando a unos ladrones, en la mejor habitación del único hostal que encontraron, seguía sintiendose mal. Jamás volvió a encontrarse con ninguno de ellos. Todo finalizó con la misma rapidez con la que empezó. La joven durmió toda la noche llorando.
Adiós Orphen, adíos Rezo.