NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Ni Yue ni Clow son personajes surgidos de mi mente, ellos junto con todos los demás de CardCaptor Sakura pertenecen a CLAMP ^^
Contada en primera persona, mi manera narrativa favorita LOL
Esta historia transcurre en Austria porque Symond trás La guerra de los siete años decide quedarse ahí, pasando algo de tiempo con sus hijos (tenidos con la hija de un socio austriaco de su padre mucho tiempo atrás) y sus respectivas familias además de formar parte de un grupo muy particular llamado Los Iluminati con su antiguo amigo y protegido, Ian Hagen :3 pero centrandonos en Clow, éste, no sólo ha viajado de Inglaterra a Austria para ver a su amigo sino porque siente grandes deseos de encontrarse con el mago Joseph Pinetti. Esto lo digo sólo para situaros un poco ^^
FanFic CLAMP
El mago más poderoso del mundo - ¿Sueño o realidad?
-¿En qué piensas, Clow? -Me preguntaría Symond arrugando la frente ligeramente preocupado.
Apartando mis ojos de las cartas, cuyo único dueño en ese momento era yo, dispuestas entre mis manos cúan abanico de naipes, suspirante, respondí:
-Nada que pudieses comprender. -
Y cerrando el dorado y rojizo abanico compuesto por las cartas magicas, las colocaría apiladas sobre el libro que les servía de principal hogar lejos de mis manos o los bolsillos de mis ropas. Acentúando las arrugas de su frente, Symond replicaría con los ojos entrecerrados:
-Pero si me lo cuentas, podría intentarlo. -
-Me gustaría hacer algo especial para Marion pero temo usar las nuevas cartas, todavía no me obedecen de igual modo que las otras. -Le conté pues sabía que aún sin entender la naturaleza de las nuevas cartas, se esmeraría en brindarme una solución al problema como siempre había hecho. Pasandose los dedos por su anaranjada y fina barba diría sonriente:
-¿Eso es todo lo que te anda preocupando últimamente? Pues pídele que te eche una mano a Canción o a Flor. Ellas son muy majas. -
-No porque sé que están de parte de Yue y no me apetece tener que obligarlas a hacer algo que no querrán hacer. -Le hice saber rememorando que las cartas poseían su propio caracter además de poder o atributos magicos. -Bueno, quizás podría hacer algo interesante con Flote. -Reconsideré pensando en voz alta, olvidando por completo a Symond, que encogiendose de hombros con los ojos cerrados abandonaría el que se me había asignado como dormitorio.
Aceptando la repentina idea, quisé comprobar si la criatura sería capaz de soportar nuestro peso. Hasta ese momento Flote tán sólo había elevado objetos, de muy diverso tamaño y material pero objetos inanimados durante el tiempo que fuese necesario mantenerlos suspendidos pero nunca había antes lo había hecho con un peso extra y claro, temía que la pobre no tuviese la misma fortaleza pero al parecer al ir transcurriendo el tiempo, las cartas al igual que mi propia magia, se fortalecía y sí era capaz.
-Pero procura no ser muy traviesa, algo tranquilo, ¿entendido? -Le advertí conociendome su caracter bromista y en ocasiones, abusón. Haciendo que retomase su apariencia anuladora de carta dandole un toque con mi resplandeciente bacúlo, el gran globo que cuyas finas cuerdas sostenían la silla en la que me había sentado perdería su material cuerpo provocando que la silla cayese al suelo ruidosamente. Al instante siguiente, las ágiles y rapidas patas de Kerberus resonarían apróximandose a la habitación acompañadas de un grito que se asemejaba a un fiero rugido:
-¡¿AMO CLOW?! -
Parado en el marco de la puerta, agitando su cabeza de izquierda a derecha, con los ojos desorbitados examinaría el interior del dormitorio. Reprimiendo las ganas de reir, adoptando una pose más elegante, le pediría saber a qué se debía esa actitud con mirada burlona. El felino naranja meramente vestido por el dorado y grueso collar que cubría su peludo y blanco pecho una redondeada gema de tonos carmesí a juego con la otra gema que poseía el casco de similar material dorado en torno a su rostro replicaría contestaría inquieto:
-¡Oí un fuerte ruido desde abajo y vine a asegurarme que nadie le había atacado! -
-¿Y quién crees que querría atacarme? -Le pregunté divertido. Mi gallardo guardían no sabría que responder, para tranquilizarle, añadí. -Como ves estoy perfectamente. Continua jugando con Yue abajo. -
Kerberus, suspiraría pasandose por la frente el dorso de una de sus manos de fiera pero antes de girarse para alejarse, bajando la cabeza musitaría:
-Está bien pero lamento decirle que Yue no está abajo. -
La expresión de mi rostro cambió súbitamente. Levantandome, no tardé ni un instante en lanzar la pregunta que delataba mi inminente desasosiego. Kerberus ni alzaría la vista al contestarme.
-Entonces, ¿dónde ha estado durante toda esta tarde? -Las palabras saldrían abruptamente.
-No lo sé. -Dijo Kerberus. -Últimamente apenas comparte conmigo lo que le pasa. -
Clavando mis ojos en la baraja, cúal padre disgustado, exclamé:
-¡Si alguna de vosotras tiene algo que ver con la desaparición de Yue, ya puede ir dando la cara o me veré obligado a castigarlas a todas! -
Desaparecer, dandose por aludida, sería la única en adquirir su verdadera apariencia para indicarme que ni ella y ni sus compañeras habían tenido nada que ver pero me fué difícil creerla ya que sentía mi magía emanar desde algún punto de la mansión o no muy lejos de ella. La menuda muchacha que se tapaba parte de su bello y blanquecido rostro con un largo pañuelo blanco negaba con la cabeza a cada acusación que yo exponía en su contra. ¡Pobre criatura! Hasta que Espejo no apareció en defensa de las cartas, Desaparecer no se atrevía a decir palabra, sólo se concentraba en ocultar su congoja tras su pañuelo blanco.
-Amo Clow, Desaparecer no ha hecho nada malo esta vez, ella sabe que Yue es su maestro tál y cómo nos explicó pero tiene razón en asegurar que se trata de una carta. -Me explicaría con las manos colocadas sobre la cadera. Era una copia perfecta mia pero su caracter no había logrado ser captado por ella con la misma maestría. Suavizando mis modales, habiendo disculpado previamente con Desaparecer, charlaría un poco más con su defensora.
-Perdonadme si me he dejado llevar un poco por la inquietud pero si Desaparecer no ha hecho nada como la valiente Espejo me ha informado, ¿cúal de vosotras podría hacer algo así? -
-No lo sabemos, todavía estamos conociendonos entre nosotras. -Me confesaría Espejo, desviando la mirada timidamente. -Pero estamos seguras de que tú que nos has dado vida y parte de tu poder a cada una la conseguirás encontrar. -
-Bueno, eso espero y con ella a Yue. -Admití ruborizandome ante tanta seguridad en mí. Supongo que para ellas era una especie de dios ya que les había dotado de vida y magia, a partir de mi propia magia muy parecidamente a lo que se decía en el Genesis que había hecho Dios con todo lo existente. Dando un hondo suspiro, agregué. -En ese caso, me convendría usar la brujúla magica que creé basandome en la que poseía Fei Wang Li. -Anunciaría y a continuación me pondría a rebuscar entre todos los cajones de la comoda, la mesita e incluso del armario hasta que la evidente ausencia del objeto magico me haría rememorar que debía de haber olvidado traerla a Austria. Extrañados Espejo y yo nos devolveríamos una mirada de aturdimiento antes de que ésta retomase su apariencia de carta. No me quedó más remedio que buscarla guiandome en percibir su presencia, Kerberus no dudó ni un instante en ayudarme en esa labor. Al salir del dormitorio todo cobraría un aspecto ligeramente distinto, como si la información que llegaba desde mis ojos a mi cerebro no estuviese bien o faltasen detalles que facilitarían el reconocimiento del lugar por él cúal nos desplazabamos. Los pasillos se me antojaban más largos e interminables de lo que en realidad debían ser, los colores de las paredes parecían ennegrecerse produciendo que los limites entre pared y techo hubiesen sido absorbidos.
-Amo Clow, ¿qué demonios está pasando? -Querría saber el atónito guardían con figura animal. -No comprendo el motivo por el que las paredes y el techo se han unido. -
-Yo tampoco, Kerberus pero tenemos que lograr llegar hasta el piso de abajo. -Le respondí procurando convencerme a mí mismo que eso no podía ser real, palpando las parades pero mis dedos no chocarían contra nada solido. Kerberus no pararía de mirarme como un chiquillo que ha depositado toda su confianza en un adulto creyendolo más apto para encontrar la solución al problema. Yo le miraba con la frente arrugada, intentando mantener la calma pero me sentía igual o más desorientado que él.
-¿Qué se supone que haceis ahí parados? -Me sobresaltaría la voz de Symond.
-Pues... ¿Es qué no ves lo que pasa? ¡No hay paredes! -Le respondí aferrandome a él cerrando los ojos angustiado, sin poder mantener las apariencias más tiempo. Soltando una sonora carcajada mientras me separaba, soltaría:
-¡Claro que las hay! Oye, ¿no habrás vuelto a beber de más? -
-¡¿QUÉ?! -Gritaría elevando mi voz a causa de la sorpresa y el desagrado al oir como el borracho más borracho de toda Gran Bretaña insinúaba que yo había bebido más allá de lo inimaginable. -¡Cómo te atreves! Yo tengo mejor beber que tú y bueno, lo de esa vez fue... ¡Sólo fue esa vez y perdí el conocimiento! -Agregarían sintiendo mi ira crecer y crecer aprimiendome el pecho y elevando mi voz hasta tonos muy agudos.
-¡Es verdad! -Replicaría él echandose a reir con mayor contundencia. -En ese caso, te dejo disfrutar de este sueño. -Añadiría con una mirada más pícara que de costumbre, moviendo sus orejas cúal duende travieso pero sujetandole por la manga, logré retenerlo unos pocos momentos más para pedirle una explicación.
-¡Espera! Symond, ¿qué es de que estoy en un sueño? -
Pero golpeandome para liberar su brazo con brusquedad yendo a dar su codo contra mi cara, se iría sin darme una respuesta satisfactoria. Trás un largo resoplo, me ví obligado a continuar la extrambotica busqueda sólo y para aumentar la desgracia, más confundido. Kerberus trató de animarme pasando su larga y humeda lengua sobre una de mis mejillas.
-Gracias, Kerberus, al parecer sólo puedo contar contigo. -Le dije con voz nasal mientras esperaba a que la sangre dejase de fluir bajo el pañuelo que había tenido que posicionar sobre mi nariz.
Avanzando otro poco más, con una continua sensación de desequilibrio en nuestra percepción de la realidad, nos topamos con las escaleras. Rodar como un rombo no tuvó gracia alguna pero levantandome me forcé a reir al ver descender a mí lado a mi guardían de doradas y amplías alas. Los oscuros tonos que nos habían rodeado como pinceladas sobre cada parte del pasillo parecían haber ganado saturación, lo que imposibilitaba la visión.
-¡Resplandor! ¡Por favor! ¡Líberate! -Pediría a la carta que consideré más adecuada para alumbrarnos. Mi tono de voz ciertamente sonó más suplicante que autoritario pero dadas las circunstancias y que esa era una de las creadas en una época tán turbulenta, no conseguía sacar la misma confianza que sacaba con las otras. Como si de una pequeña luciernaga se tratase, la pequeña criatura planeaba veloz a nuestro alrededor iluminando nuestra pequeña porción de la entrada. Sólo al alzar la vista podría ver en el techo lo que se asemejaba a una gran bola plateada cuya luz hubiese sido apagada hacía años y años. Para nuestro asombro, se iluminaría justo con el leve roce del cuerpecito de Resplandor al pasar por su lado.
-¿Y bien? -Me cuestionaría alguien, cuya voz me resultaría vagamente familiar. -Si te encuentras aquí, es porque ya te has aclarado ¿no? -
-¿Aclararme? ¿¡En qué!? -Exigiría saber frunciendo el ceño, sintiendome observado desde un punto lejano a la esfera luminosa de gran tamaño. Kerberus se prepararía para atacar encogiendo su cabeza mientras separaba sus patas al mismo tiempo que erguía sus magnificas alas.
-En ese asunto que atormenta tu ser tanto. -Anunciaría la voz y una figura se dejaría ver al dar un paso al frente. Esa figura correspondería a un hombre joven ataviado por bellas ropas de terciopelo blanco y algunos bordados plateados pero nada acordes con las diseñadas en este momento, es decir, largar chaquetas con algún que otro exagerado detalle, camisas de lino bajo un chaleco y ajustados pantalones hasta la pantorrilla. Sin olvidar que su sombrero no era picudo y realizado con cuero sino aterciopelado y acompañado por una fina pluma. Si se trataba de quién comence a sospechar, no podía ser. ¡No podía ser mi padre! Con una ansiedad que se desbordaba, llenandome de valor, grité:
-¡Por un casual, ¿no serás John Reed Jones?! -
-Sólo si la persona que tengo ante mis ojos se tratase de Clow Reed Li. -Bromearía alzando su rostro mientras saludaba con cortesía apartando el sombrero plateado de su cabeza revelandome así su apuesto rostro, rostro de un fantasma, sin lugar a dudas.
-E...Esto no puede ser real... -Susurraría, Kerberus voltearía su cabeza pues sólo él pudó oirme.
-Deseas saber dónde está tu ángel guardían ¿no? -Hablaría pasado un instante de tenso silencio. Tán tranquilo y alegre como yo me esmeraba en imitar. -Siempre quisiste tener una relación más profunda con él ¿lo recuerdas? Y sin embargo, ahora que podrías tenerla, te asusta ¿verdad? Pero si te has lanzando en su busca, nada más oir que no estaba dónde tú pensabas, lo has dejado todo para encontrarlo. -Continuaría hablando, estaba tán en lo correcto con respecto a mi relación con Yue que no me atreví a protestar. -Le prefieres a él y siempre le preferirás y él os siempre os corresponderá. -
-Pero eso es gracias a la magia que nos une. -Lograría replicar bajando la cabeza, sonrojado.
-¿Y tán sólo por ese motivo te apartas de la única criatura que te amará pase lo que pase? Amar sin amar realmente es aún peor, más corazones serán rotos al cabo del tiempo. -Me advertiría sin dejar de sonreir y encogiendose de hombros agregaría. -O dandose el caso de que en verdad las ames, tarde o temprano, moriran y serás tú quién acabé desgarrado. -
-Aún siendo así, estaría mal. -Diría yo apretando un puño sobre mi pecho, observando como el suelo se llenaba de formas brillantes que me recordaban a la luna en sus variadas fases.
-¿Por qué? Antiguamente ya existía el amor entre varones y ¿sabes lo que se creía acerca del movimiento de los astros? Los antiguos adjudicaban ese acercamiento al deseo que tenía cada astro de estar junto a otros astros. -Me expondría, dejando bien claro sus conocimientos en contraposición a la imagen de chiflado que siempre ofreció. -Yo sé dónde encontrar a tu ángel guardían pero si de verdad lo quieres recuperar, tendrás que abandonar a Marion y amarlo a él. -Me propondría finalmente mi padre o el ser que había adoptado su imagen.
-¡Pero eso destrozaría a Marion! -Bramaría yo que probablemente si no la amaba tán profundamente, la amaba de otra manera y no deseaba hacerla sufrir y recordando las palabras de Espejo añadiría, poniendome en mi lugar como creador y consecuente amo suyo. -¡Además, si eres una carta que goza del uso de mi poder porque tendría que ser yo quién te obedeciese! -
Encogiendose de hombros, respondería:
-Porque en el fondo sabes que tengo razón pero como tú digas, Amo Clow. -
En su voz pudé apreciar un deje de malicia pero no me importó, no iba a permitir que esa criatura continuase jugando conmigo o con mis sentimientos. Yo a mis cartas les dejaba hacer muchas cosas e incluso para afianzar nuestra unión compartía recelos con ellas pero eso ya había pasado de castaño oscuro, había traspasado la linea. Concentrandome y sosteniendo el bacúlo que brillaría intensamente entre mis dedos, procedería a obligar a esa carta a tomar su forma menos peligrosa.
"Criatura nacida de la magia,
como tú único amo, te ordeno
que regreses a tu forma habitual"
No fue fácil imponerle mi voluntad pero al volver a abrir los ojos, en mi mano se encontraría una de mis cartas recien creadas. Sueño. Me quedé sin habla. Kerberus, que no se había apartado de mí en todo el tiempo que la carta había estado activa, frotaba su cabeza contra mi. Sin decir palabra, guardaría la carta que cayó sobre la carta Resplandor y me desplazaría hacía el salón. Llevandome una mano al pecho, suspiraría aliviado al ver a Yue sentado en el suelo con las manos apoyadas sobre su hermoso rostro de finos rasgos y claros ojos que no parecía mirar hacía ningún punto en especial. En el largo y cómodo sófa, Symond reposaba con una enigmatica sonrisa en su rostro. El sueño había sido anulado pero mordiendome el labio inferior con el superior, la sensación de inseguridad se quedaría unos momentos más conmigo.