domingo, marzo 27, 2011

La visita después del ayer

En una sala blanca desgastada, como del blanco de las sábanas de los fantasmas, un rayo amarillo se dispara desde sol a través de la ventana cuadrada en el centro de una pared desnuda. El leve viento de la mañana agita sutilmente dos cortinas asedadas. Pasadas las horas en las cuales el resto del mundo despierta y se regocija de la vida, una joven paciente continúa fingiendo que duerme entre sábanas gruesas y arrugadas.

La impecable y moza enfermera entra escandalosamente al cuarto, infringiendo ruidosamente el piso con sus tacones gruesos y blancos. Esta visión blanquecina, impecable, penetra entre los párpados y la mirada borrosa de la paciente. "Tienes visita", le dice dulcemente a la mujer perdida entre las telas pesadas. "¿Y qué?", balbucea ella en una voz ronca; son las primeras palabras que ha pronunciado en todo el día.

"Un hombre ha venido a verte... te trajo flores", responde con condescendencia, dibuja una sonrisa sin mostrar su perfecta dentadura y continúa: "Es muy guapo". Estrepitosamente la hermosa paciente despliega sus brazos y toma la sábana cubriéndose hasta la cabeza. Sus manos tapan sus oídos esperando desaparecer debajo de las telas, esperando que el colchón se abra en una tumba calurosa y que la cama sea el más familiar ataúd. Un ataúd para la muerta prematura que ha podido ser, el lecho del olvido y la abrumadora paz.

Afuera, el hombre de gran estatura, cabello corto y ceniciento, expone una barba naciente de largos y extenuantes días que delata su edad madura. El hombre que recientemente ha olvidado cómo ser un tímido niño se mueve inquieto en ese pasillo de hospital. El ambiente es inquietante, y el hombre es impaciente. Su gruesa chaqueta de cuero y la camisa abotonada hasta el cuello disimulan los diminutos temblores de nerviosismo. Él no sabe esperar; se aclara la garganta y traga largo. Se detiene por unos segundos viendo intensamente hacia abajo. Sin aviso y con pasos largos, entra a la habitación.

La escena dentro del cuarto continúa similar: sin progreso. El hombre ve a la enfermera inclinada sobre la cama donde una montaña de sábanas blancas brilla con el reflejo de la luz de la mañana. Tira las flores al piso, cientos de pétalos se esparcen alrededor, toma las sábanas con sus gruesas manos arrastrándolas con un rápido y firme movimiento hacia el suelo.

Similar a abrir un inmenso cofre de tesoros hermoso, lo primero qué ve de ella son sus piernas, expuestas, pálidas, de porcelana. Sus ojos pequeños y cansados viajan lentamente por el cuerpo de ella, sus caderas, su cintura, su pecho, sus hombros, su cuello. Ella estaba cubierta por una camisa ancha, de botones oscuros y mangas largas. Él detiene su vista en sus labios, alargando dolorosamente el encuentro con sus ojos, unos ojos azules intensos y profundos, violetas.

La enfermera se desliza fuera de todo el apresurado giro dentro del escenario, desaparece dejando una estela de luz en el aire. Su uniforme brillante bajo los rayos dorados dejó reflejos fugaces en los rostros de los dos amantes que se quedaron inmóviles; perplejos por el encuentro.

Él logra reunir todo el valor del que profesa y posó su miradas sobre los ojos de ella, que abiertos en una expresión de sorpresa se mantienen intermitentes debajo de dos cejas arqueadas, perfectamente perfiladas.

El tiempo se detiene, él puedo escuchar perfectamente los sonidos de su corazón ahogado; el viento casi visible es intruso dentro de la habitación, hace bailar las cortinas y el cabello de la cándida paciente, el cabello negro que roza suavemente las cejas negras, arqueadas, y resalta fantasmalmente sus ojos violetas; densos y culpables.

"¿Por qué no querías verme?", exhala él con su voz ronca entre una respiración agitada. Su rostro se tiñe de angustia mientras abre la boca y respira estrepitosamente con la intensión de tragarse todas las lágrimas para que no lleguen hasta sus ojos. Ella logra cerrar sus párpados por breves instantes pensando qué hacer. Se pone de pie y camina hábilmente para cerrar la puerta; donde se queda paralizada y silenciosa, dándole la espalda al hombre que con miedo, pero con mucho deseo asiste a visitarla en aquel lejano hospital.

Ella gira y lo mira duramente. Él le respondió con una pose paralela, quedando ambos uno frente al otro. Una nube misteriosa cubre el brillante sol matutino y el cuarto se convierte en un terrible lugar somnoliento. Bajo el manto de la sombras ambos se miran a través de memorias crueles. Él sonríe dulcemente; pero ella no reacciona en lo más mínimo. Esta muerta, sin esperanzas ni ilusiones, y solo le queda una expresión vacía.

Él se entristece al sentir esa respuesta indiferente. "¿Por qué lo hiciste?", pregunta pronunciando sus palabras lentamente. Recorre nuevamente su cuerpo: sus pies descalzos, sus piernas, su cintura ceñida, su cuello, su cabello largo y sus ojos de chuiquilla, de muñeca, grandes, vidriosos, extinguidos y violetas.

"Vete. No puedo ocuparme de ti... no quiero pensar en ti, soñar contigo, ni confiar en ti", dice ella lentamente violando el silencio. Sus palabras vuelan como varias puñaladas cálidas, como besos de lecho de muerte, como un gran sueño agonizante. Él baja la mirada nuevamente y niega varias veces con la cabeza.

Violentamente se abalanza contra ella, la empuja contra la puerta, toma sus muñecas y las estruja con fuerzas contra la pared, la acorrala con su cuerpo. Ella sin resistencia, apoya su espalda contra la puerta de la habitación y mira indiferente hacia el vacío y la oscuridad. Él cierra sus ojos, toma grandes bocanadas de aire y se detiene por momentos para sentir la respiración de ella cosquilleando sobre su mejilla. Él se presiona contra su cuerpo, junta su frente con la de ella.


Sin soltarla ni darle tregua, él se aferra cada vez más fuerte a sus muñecas y con dolor le susurra al oído: "Te amo". Él no se atreve a mirarla, en cambio se ciñe más a su cuerpo delicado, entrelaza sus piernas y continúa presionándola contra la puerta de la habitación. Lentamente las palmas de él se humedecen, gotas gruesas se deslizan por sus brazos, sus manos se entibian. Él no sabe qué ocurre pero aún no se atreve a separarse de ella y enfrentarla.

A ella se le agrieta su fría máscara, sus ojos comienzan a inundarse. Los vendajes en sus muñecas se tiñen completamente de rojo. Con sus brazos en lo alto, destilan gotas cálidas hasta sus codos. Él sólo quiero que ese momento dure por siempre.

Hilos negros se escurren entre los dedos de él mientra aprieta ambas muñecas de ella, la paciente frágil, la muñeca de porcelana. Ella suspira y finalmente le murmulla al oído: "Edgar, me estás lastimando".

jueves, marzo 24, 2011

FanFic Slayers unLUCKY BOY


Dibujo a color de Zelgadiss ^^ Me he esforzado mucho mucho, espero que os guste ^^ Lo pongo pues con el pelo azul se asemeja mucho más a Cerberuss X3
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Al igual que hay variaciones muy marcadas en el diseño de Rezo, el monje rojo de la novela, al manga al anime pues con Zelgadiss pasa algo parecido pero dentro del anime ya que en la primera temporada tanto ropas como cabellos no son como en la última. Siendo su imagen en la última temporada a mi parecer más idonea, siendo nieto o biznieto de Rezo... Por lo que yo imagine a Cerberuss con el cabello castaño (azul cada vez que le doy color en algún dibujo XD) pero con el flequillo más extendido por la frente, no a un lado y siempre con una bufanda roja. También decir que Erik, padre de Zelgadiss según unas amigas mias del DA, tiene el cabello azul claro conque viendo a Cerberuss como un antepasado de la familia de Erik, me gusta que lleve el pelo azul ^^ Eterno Poder es un FanFic realmente enrevesado pero mola porque es rollo Tsubasa Chronicles ^^
El chiquillo aún seguía tan aterrorizado como impresionado. Su señor sin lugar a dudas no era como los demás señores que había visto pasar por el pueblecito en el que había vivido con su padre. Las bestias le obedecían y las alimañas de aquel bosque no se atrevían ni siquiera a poner una pata cerca de la vivienda, a primera vista humilde y tranquila, construida mediante fuertes piedras y leños.
-Adelante, pasa a la que será tu nuevo hogar. -Le indicó con voz encantadora al abrir la tosca puerta principal. El niño examinó la casa y dando algunos pasos temerosos entró. La puerta se cerró con un sonoro estruendo que sobresaltó al chiquillo al poco de entrar el joven de rojo. El lugar apenas se encontraba iluminado, tán sólo se dejaban entrever algunos objetos tales como sillas, una mesa o una gran chimenea gracias a algunos rayitos de sol que habían logrado traspasar los finos velos oscuros que tapaban las ventanas. Al niño le pareció extraño pero no dijo nada al respecto ya que temía al amo de la casa. Aquel joven, todo vestido de brillante rojo, cuya expresión no parecía alterarse, de finos modales y sonrisa perturbadoramente hermosa le había ofrecido una vida mejor si le acompañaba. Aún magullado por la reciente paliza se dejó caer sobre una de las sencillas sillas de madera, observado como de inmediato su señor se alejaba, al poco rato, el chiquillo le oyó regresar. Se plantó frente a él, en sus manos llevaba una botellita de cristal cuyo liquido poseía un color curioso y un pañuelo de tela blanco de pequeño tamaño. Empapando el pañuelo con aquel extraño liquido, su señor se arrodilló para ponerse a la altura del chico pues era de mayor estatura. El niño no dió credito a lo que estaba aconteciendo, aquel individuo le estaba curando las heridas. Su padre jamás había hecho nada parecido, tán sólo parecía saber pegarle y amenazarle y a menudo olvidaba alimentarle. El escozor que sentía era debido a que aquel liquido cumplía con su objetivo, desinfectar y sanar. El cuerpo del niño presentaba un aspecto peor de lo que el hechicero supusó, no sólo estaba más delgado de lo correspondiente sino que había toda clase de heridas y moratones cuyo color era de un violaceo morado que le desagradó pero las heridas bien tratadas podrían sanar sin embargo el conjunto de manchas de diversas tonalidades, ¿cómo sanaría aquello?
-No se asuste. Dios me castigó con esto. -Le comentó el niño casi en un susurro con la cabeza gacha.
-No estoy asustado, mi niño, más bien me encuentro desconcertado. -Le replicó calmadamente. -Ya que esto bien podría ser confundido con lepra pero no es lepra. Si bien podría ser algo relacionado con la piel. -Añadió saboreando lo incómodo y preocupado que se sentía el chiquillo, consciente de que había padecido repulsión y odio por algo que se encontraba en su cuerpo.
El joven de rojo meditó profundamente antes de permirtir al joven vestirse. Dirigiendo sus ojos hacía el montón de ropa que el niño había ido dejando, supusó que quizás aquella ropa, sucia y hecha de telas baratas, podría ser en parte la culpable de aquellas manchas. Por lo tanto, aquellas ropas fueron quemadas de inmediato con un rapido movimiento de su mano. El joven de rojo pronto le proporcionó mejores ropas, le enseñaría a mantenerse aseado y le daría una dieta más sustancial y regular. El chiquillo sería tratado como un ser humano y no como un animalillo lo cúal le haría sentirse muy agradecido pero no merecedor de tanta piedad. El hechicero de rojo le daba buenos cuidados pero como pronto iría percibiendo el chiquillo jamás le dió el cariño que tanto necesitaba. Si, su cuerpo se fortalecía y su mente se expandía pero su alma se mantuvó igual de debíl y dominable... Tál y como la deseaba el hechicero de rojo.

miércoles, marzo 09, 2011

BODEGÓN BODEGÓN


Aqui os dejo lo que vendría a ser un Bodegón ^^ Espero que os guste ya que no soy muy buena que digamos en ese estilo pero me he esforzado mucho ^^ Hacía años que no dibujaba uno XDD
Meditando sobre mis dibujos, creo que son de los que se ven mucho mejor desde lejos ^^